CATACLISMO

ENTREVISTA A PIEDAD SOLANS (3ª parte)

Portada del libro con la foto de la artista Tamara Abdul Hadi, War Machine Graveyard,Sulimaniyah-Kurdistán, norte de Iraq, 2012

ENTREVISTA A PIEDAD SOLANS (3ª parte)

LA MORDAZA DE IFIGENIA.MATERIALES PARA UNA CRÍTICA FEMINISTA DE LA VIOLENCIA.

María José Aranzasti

Retomas a lo largo del ensayo a Antígona con distintas autoras como María Zambrano, Judith Butler, Margaret Atwood. Apuntas en el ensayo que las mujeres recogen los cadáveres y expresas con contundencia que la mujer sostiene la estructura de la familia y el hombre funda y defiende la estructura del Estado, según las declaraciones que también las hace Hegel sobre Antígona: “Antígona es una de las obras de arte más sublimes, Antígona desafía el orden patriarcal, mientras su hermana Ismene representa la obediencia y, en definitiva, la sumisión.Antígona expresas tú, no representa la figura de la mujer, la víctima solitaria enfrentada al poder masculino, sino el sacrificio necesario de un símbolo cuya continuidad reside en las mujeres a fin de que emerja un orden nuevo y democrático.

Y otra cosa que me ha gustado mucho es la presencia de la ausencia. Lo importante no es lo que se dice sino lo que no se dice. Lo que no se puede narrar es el crimen. Que Clitemnestra, al vengar la muerte de su hija es desterrada y condenada a morir por Orestes, su hijo. Ella no tiene derecho a dar muerte, ella no puede hacer eso.

Si, el narrador oculta. El crimen tiene que ser ocultado. No podemos ensalzar el crimen constantemente. El expolio, la rapiña, el abuso, la violación…, todo esto tiene que ser ocultado. Ha sido siempre ocultado; y sublimado también: es decir, ¿por qué conquistamos África? Porque son inferiores, porque les llevamos la civilización, la ilustración, porque no saben… y ocultamos los motivos espurios.

¿Por qué a las mujeres hay que dominarlas y por qué las mujeres no pueden acceder al espacio público, no pueden ser ilustradas? Porque son inferiores, porque se dejan llevar por sus emociones que significan la anarquía y el desorden. Porque las mujeres no son capaces de un pensamiento lógico, de construir un lenguaje coherente.

Es decir, todo esto es ocultado, falseado y, por otro lado, sublimado y legitimado a través de la positividad del dominador y de la negatividad del/a dominado/a.

La ignominia, la injusticia, la humillación, el crimen ha de ser ocultado. La protesta ha de ser silenciada también.

 

La mordaza de Ifigenia

No hay que idealizar a estas figuras, aunque son muy atractivas, no hay que ver que son mujeres valientes, mujeres que se enfrentan al poder, mujeres que hablan, sino mujeres que intentan hablar, a las que se les induce a hablar o que por circunstancias están dentro de esta tragedia, de estos hechos épicos trágicos porque son princesas, reinas. Aparentemente son heroínas, pero no lo son. Por eso el título es “La mordaza de Ifigenia”, pues cuando la princesa va a gritar porque va a ser sacrificada se le pone una mordaza para que no grite. No tiene poder. Siempre hay un momento en que cuando ellas han hablado demasiado o van a hablar o están gritando se las acalla violentamente.

Y este es el ejemplo a dar, este es el castigo. Entonces es interesante que desarticulemos estas figuras fundamentales. Este es el aprendizaje: que se nos ha acallado a lo largo de la historia. El silencio ha sido un fundamento del patriarcado.

 

Decías que la construcción del género y del lenguaje que marca y silencia a las mujeres, decías no se puede desligar de su inserción en el marco de una estructura defensiva, guerrera, ritualizada que organiza técnicamente la violencia.Y luego ¿cómo es posible que todavía millones de mujeres vivan esclavizadas, calladas, sin poder hablar?En la mitad del ensayo hablas de los derechos humanos en Irán, los derechos de las mujeres, de las condiciones de la república islámica, también en Afganistán, la Ley de la ShariaEs decir, no hemos mejorado nada, sino que hemos empeorado. ¿Y cómo podríamos canalizar todo esto? ¿Cómo ves tú todo este panorama?

En principio estoy en contra de las ideas panorámicas globales porque vivimos, sí, en un mundo global/local, en él hay tantísimas diferencias, a pesar de que las violencias son las mismas. Ni yo ni nadie puede dar una visión panorámica. Lo que podemos hacer es enfocar, que es lo que he hecho en el libro, enfocar relaciones, vínculos, grietas, cortes, asociaciones. Es decir, no ver los hechos, los acontecimientos, lo que está pasando como separado de otros hechos, adolecemos de una visión centralizada, esta visión euro-centrista que Europa ha construido y pensamos que desde aquí organizamos el mundo. Y de hecho así fue durante unos siglos pero ahora no es cierto. El mundo hace años, desde el postcolonialismo, que está desorganizado y la gente quiere tener su voz y funcionar desde India, desde África, desde Latinoamérica.

Entonces es muy importante que veamos este collage compuesto de fragmentos. Porque no es lo mismo la lucha que están teniendo las mujeres en una aldea del sur o del centro de la India. Ellas parten de otros presupuestos, completamente distintos a los nuestros, porque ni siquiera se les permite aún pronunciar el nombre del marido. O la lucha contra la violencia machista y los asesinatos que están teniendo, por ejemplo, las mujeres en Afganistán, Irán, Méjico o Guatemala. O las mujeres que viajan en trenes que atraviesan países hasta llegar a la frontera con Méjico, que van con niños, solas, y son constantemente violadas. Están completamente indefensas y son vulnerables. Mientras que nosotras tenemos derechos, aunque fueron un logro y no un regalo.

No es lo mismo la posición que tiene una profesora o académica en una universidad de Berlín, de Barcelona o de París. Es necesario ver estas diferencias de derechos también. Esto es algo que surge en el libro, esta explosión de las diferencias en la que no debemos perdernos. Hemos de ver primero las diferencias, hemos de salir de esta idea centroeuropea, de feministas europeas, porque también adolecemos desde el feminismo de la idea de que somos el paradigma del saber. Las europeas creemos en el paradigma de las soluciones. Hay una cierta visión un poco maternalista hacia otras mujeres. “Tú eres ignorante, tú vives en una aldea, nosotras te vamos a dar el poder, el saber”. Son las críticas que han hecho las intelectuales indias o que están haciendo las intelectuales africanas hacia los feminismos blancos europeos o que han hecho las feministas afroamericanas.

Lo primero de todo es no ponernos como sujetos centrales del saber, desde los feminismos tampoco, sino atender a lo que se está produciendo en cada lugar y dentro de eso apoyarlo, pero apoyarlo desde ahí, es decir las mujeres que están, por ejemplo, en India, en comunidades están luchando por tener voz, desde los más básico, que es pronunciar el nombre del marido. Lo que no se puede pensar es en “ilustrarlas”. Primero porque nuestra Ilustración también tenía muchos agujeros digamos ideológicos hacia las mujeres. Y además, porque ellas saben lo que quieren, lo que necesitan, por ejemplo, lo que están haciendo colectivos de mujeres en África o en India plantando árboles, limpiando ríos, trabajando con microcréditos y comercio justo, resistiendo las presiones de las mafias, están trabajando ecológicamente, desde la comunidad. Estuve varias veces en India en los años noventa, pero no en las Universidades sino en los pueblos y aldeas, viajé con mujeres y niñas en autobuses y trenes, dormí en pensiones y ashrams, trabajé con ellas durante un tiempo en una gran cocina: ellas me enseñaron a mí, no yo a ellas, ni siquiera hablaban inglés, eran mujeres pobres, con las caderas deformadas por el peso de los cántaros, los dientes comidos por el betel, los ojos enrojecidos, las manos gruesas de trabajar. Pero cantaban, reían, me mostraban cómo cortar verduras, ¿iba yo a hablarles de Simone de Beauvoir, de Marguerite Duras, de Judith Butler? No. Yo era la ignorante. Ellas, analfabetas, me enseñaron a mí.

Este trabajo desde la comunidad, desde lo colectivo, desde esa colaboración es muy creativo. Desde ahí es importante actuar y apoyar a estas comunidades.

Hay una idea que me parece clave en todo esto, cuando te estaba hablando de Darwin, sobre la idea de evolución. Cuando lees a Darwin sobre la evolución de las especies te das cuenta de cómo se construye la idea del dominio, que ya está construida, pero se legitima científicamente y se desarrolla intelectualmente a través del concepto de la competencia y del individuo más fuerte e inteligente. El individuo más fuerte es el que acaba, digamos, llevando a la manada. Se ensalza mucho esta figura también del animal, del lobo, de la que se apropia luego, por ejemplo, el nazismo: en la figura del líder. El individuo que siempre es más fuerte, superior. Hay esta idea de conquista, de competencia, los más débiles no sobreviven. Entonces es una sociedad de fuertes. Los más débiles o no sobreviven o han de ser dominados. Además, son una rémora para la sociedad. Hay que aniquilarlos.

Fíjate en lo que decía, por ejemplo, Boris Johnson cuando comenzó la pandemia del COVID-19: quienes están muriendo son personas de 80 años, ya son muy mayores. Entonces el más débil, sea anciana/o, sea de otra raza, sean mujeres, sean niña/os, sean animales, plantas, lo que sea, la/el más débil en la naturaleza no sobrevive o ha de ser dominado. Y esto es una ideología neo-darwinista propia del neoliberalismo.

 

Y luego, enseguida te interesas especialmente por la bióloga Lynn Margulis

Sí. Son muy interesantes las ideas procedentes de la biología, precisamente, de la bióloga norteamericana, que ya ha fallecido, Lynn Margulis, a quien cito en el libro, que afirma cómo observando la evolución de la vida desde las bacterias, las que sobreviven no son las más fuertes, la vida no evoluciona por el liderazgo de las más fuertes, se desarrolla gracias, no a la competencia sino a la colaboración, a la cooperación. Gracias, no al dominio de unas bacterias más fuertes que otras, que dominan y esclavizan a otras, digamos, para trabajar y alimentarlas y se nutren de ellas o las aniquilan, sino a la colaboración entre todas.

El rango cambia completamente y volvemos al principio de la conversación, se pasa de una construcción piramidal propia del patriarcado, la función donde hay un clan arriba, de llamémosles guerreros, que son los más fuertes, los más inteligentes, los más machos, los que tienen la representación del poder y del saber y organizan las bases, a la colaboración donde ya no existen las ideas de la fuerza, del dominio, de que quiero poseer tus bienes, apropiármelos, porque desde el momento en que colaboramos, somos iguales, el beneficio es colectivo, común.

Algunas preguntas que tú estabas planteando muchas veces no pueden ser respondidas. Yo rehúyo el responderlas frontalmente. Paso, no como sujetos del saber. Yo no estoy aquí para decirle a nadie cómo tiene que hacer. Estamos reflexionando, pensando qué hacer y lo hacemos colectivamente con relación a otras personas ya que tiene que haber esa mirada hacia otras personas hacia otras comunidades, hacia otras maneras de vivir, de trabajar y de pensar. Es lo que está constantemente presente en La mordaza de Ifigenia. Precisamente lo que se destruye ahí es la idea del líder, que es un concepto muy masculino.

Creo que no debemos caer las mujeres en esas trampas, sino romper, como en este texto se rompe, la estructura monolítica del saber al explosionar y repartirse en lo que dicen mil voces. ¿Cómo se conjugan todas esas voces?, ¿cómo se asocian? Es una tarea a realizar. ¿Cómo se lleva eso, no solamente en el libro, en el mundo teórico, cómo se lleva eso globalmente? Mirando, escuchando, dialogando, rompiendo las jerarquías.

 

También son muy interesantes los apartados en los que analizas a algunas artistas contemporáneas frente al miedo como pueden ser Regina José Galindo, Laurie Anderson, Sukran Moral, Ulriche Rosenbach, Shirin Nessat, Eva Lootz, Cristina Lucas, Mona Hatoum,etc. Y también las grandes aportaciones de importantes artistas del ámbito musulmán, indio, africano en las que como señalas en el ensayo la noción de arte adquiere un sentido de memoria, resistencia ligada a la pertenencia cultural a una comunidad traumatizada por un conflicto histórico sin vías de solución.

Sí, desde luego, el papel de las artistas, hoy en día, es importantísimo. Todas las que dices y otras muchas artistas jóvenes como la libanesa Kinda Hassan, las ilustradoras Lamia Ziadé o Zeina Abirached, que hacen una crítica terrible a las guerras de Líbano, artistas iraníes e iraquíes como Gohar Dashti, Elnaz Javani, Parastou Forouhar y Tamara Abdul Hadi, las palestinas Emily Jacir, Larissa Sansour, la artista paquistaní Bani Abidi. Estas voces no están viniendo de Europa, están viniendo del mundo árabe y musulmán, de África y las comunidades africanas, porque tienen los problemas allí. Están viniendo también de Latinoamérica porque son voces que construyen el feminismo desde la propia antropología, desde la propia política, desde la propia guerra, desde la experiencia. De China no conozco tanto, en India hay muchas teóricas y artistas, de India también. Esta descentralización es muy importante.

 

¿Crees que ellas desde su ámbito artístico, desde su profesión, desde su arte, están intentando poner, como decías tú, el foco en muchos aspectos?

El papel de las artistas es importantísimo porque el arte está siendo la única acción, la única representación o la contra-representación que ocupa un espacio público. Ocupa el sitio político que ya no ocupa la denuncia y la crítica del llamado “intelectual”, que ha caído en el narcisismo. Lo que ocurre en las bienales, las muestras, las críticas y los debates a los que incitan, las relaciones con el público y la población, las rupturas del mercado que producen, aunque luego el mercado, el capitalismo, la ideología masculina se lo vuelva a apropiar, está constantemente reclamando un lenguaje colectivo, rompiendo el marco del silencio.

El papel de los museos también es importante, el de los centros de arte como el único lugar público donde todavía se puede manifestar una crítica al poder, a la economía, a la injusticia, a la violencia contra las mujeres. Muchas de las artistas anteriormente citadas ven la guerra y el abuso desde dentro, no solamente a nivel individual sino a nivel colectivo.

¿Tu recuerdas la manifestación de Madrid hace tres años en la que había un millón de personas? ¿Cuándo ocurrió eso? Cuando pasamos a lo colectivo, cuando supimos la violación de una chica por una “manada” de machos en Pamplona, el país se apropió de ella como algo propio. Cuando sale de lo oculto y cuando se convierte en un asunto colectivo, es solidaridad. Entonces es cuando se reacciona. La violencia la tenemos no solamente ahí, es que la vemos, puede ir contra nuestra prima, nuestra amiga, nuestra hermana, cuando esa violencia llama a tu puerta. Es uno de los eslóganes era: eres mi hermana.

En las guerras ocurre lo mismo, ves la destrucción, está llamando a tu puerta, destruyen tu casa, matan a tu familia, se llevan a tus vecina/os. Cuando esa violencia está ahí, enlazamos con lo que decías tú antes de la banalidad, la banalidad desaparece. Ya no podemos ser banales. Es cuando se pasa a la acción colectiva y esta es la acción que están haciendo estas artistas. La violencia llama a su puerta y, como dice la artista afgana Lida Abdul “soy una familiar de muertos”. Ese “mal”, esa destrucción, esa violencia se materializa, deja de ser abstracta y aparece su rostro.

 

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