CATACLISMO

MEY RAHOLA, EN BUSCA DE LA FOTOGRAFÍA MODERNA

 

MEY RAHOLA, EN BUSCA DE LA FOTOGRAFÍA MODERNA
Mª Ángeles Cabré

Estamos de enhorabuena. Igual que en 2019 la Galería Rocío Santa Cruz recuperó a la interesantísima fotógrafa Palmira Puig-Giró (Tàrrega, 1912-Barcelona, 1978), un gran hallazgo, ahora añadimos uno más a nuestra historia del arte. El título ya lo dice todo: “Mey Rahola. La nueva fotógrafa”. Porque por encima de todo a Rahola (León, 1897-Vaucresson, 1959) hay que inscribirla en el grupo de mujeres que, principalmente en los años de la Segunda República, alumbraron una mujer nueva y que yo llamo “la generación olvidada”. Y es por ello que la imagen escogida para anunciar la exposición presenta a tres mujeres con los brazos alzados alcanzando una pelota (“Jugadoras de pelota”, 1936): una imagen de superación, pero también lúdica. Porque el deporte femenino es uno de los elementos a destacar en la construcción de esa nueva feminidad, que rompe con la inmediatamente anterior introduciendo libertad y movimiento. Ya en 1928 se había inaugurado en Barcelona el Club Femení i d’Esports y la prensa empezó a llenarse de artículos firmados por mujeres sobre la práctica femenina del deporte.

 

Sus fotografías se alejan siempre del estatismo y buscan el dinamismo. Mientras las de Puig-Giró son más abstractas y experimentales, más artísticas, Rahola muestra la voluntad de atrapar elementos en proceso de cambio, como cambiantes fueron los años en que le tocó vivir sus primeros y exitosos pasos profesionales. Hallamos fotografías suyas en publicaciones de la época como Companya. Revista de la dona, editada por la Unió de Dones de Catalunya -organización integrada dentro de la Agrupación de Mujeres Antifascitas- o D’Ací i d’Allà, revista cultural que ponía en valor la fotografía y donde publicó incluso Man Ray.

 

Rahola fue la única mujer española admitida en el Salón Internacional de Arte Fotográfico de Barcelona celebrado en 1935, donde presentó tres fotografías de marinas. Antes del estallido de la guerra, entre otras cosas, Rahola fotografió elementos relacionados con la navegación. Embarcaciones y cestas de pesca aparecen en sus imágenes en picados y contrapicados. “Cops de mar amb mal temps” (1936) muestra por ejemplo la proa de un velero rompiendo las olas agitadas, mientras en otra fotografía un niño se cuelga de los cabos de un velero. A Rahola le gustaban los mástiles, las nubes, las velas y también Cadaqués, que retrató abundantemente en aquellos años treinta y donde la retrató su hermana Pilar.

 

Sólo se conservan dos fotografías suyas realizadas durante la Guerra Civil. Una de ellas capta una cola del pan -tomada se calcula que entre 1936 y 1937-; la otra, a un grupo de mujeres de espaldas mirando la costa del Cap de Creus, el paisaje árido y ventoso del parque natural situado al norte de Cadaqués. Padecidas las miserias de la guerra, en 1939 ella y su marido se trasladaron a Francia, para instalarse en Lyon en 1940. Entonces Rahola no abandonó la fotografía, como hubiera podido esperarse. Por el contrario, se consagró a ella profesionalmente para asegurarse la subsistencia.

Demuestra su compromiso con la República que fuera ella quien realizara las últimas fotografías del presidente Azaña, cosa que hizo ese mismo 1940 en Arcachon, poco antes de que este muriera. En esa etapa, son claras sus afinidades con la fotógrafa francesa Sabine Weiss -cuya obra pudimos ver el pasado verano en la Bienal Xavier Miserachs de Palafrugell y que comenté aquí-, no porque la tratara, sino porque en esos años la cotidianidad ganó terreno entre los y las profesionales de la fotografía. Es lo que se ha dado en llamar fotografía humanista.

Rahola cultivó siempre su espíritu de mujer moderna y, aunque la victoria de los nacionales y el largo franquismo interrumpieron su normal evolución artística -forma parte pues de esa herida que tiene nuestra historia cultural-, persistió en su empeño. Pero en aquellos tiempos como inmigrante, no era fácil crecer artísticamente en un país extranjero, por lo que en esa segunda etapa, que duró hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, su recorrido fue discreto. En 1945 se trasladó a las inmediaciones de París y, aunque abandonó la práctica profesional, siguió disparando la cámara. En esa tercera etapa, sus viajes fueron una gran fuente de inspiración. La exposición recoge por ejemplo una imagen tomada en el Alguer de costureras al aire libre que data de 1950.

Hace tan sólo diez años que se inició la recuperación de esta fotógrafa artística, cosa que permitió la conservación de su archivo. Que haya llegado a exponer en el MNAC demuestra la voluntad de fijarla en el canon como una de nuestras fotógrafas pioneras. Lamentar que no se haya expuesto en una de las salas de la planta baja donde suelen realizarse las exposiciones temporales; insertarla en el recorrido museístico le resta valor. Pero el MNAC, ya se sabe, no es precisamente muy amigo de poner en valor a las mujeres, cosa que esperamos que algún día no muy lejano cambie.

Mey Rahola (1897-1959). La nueva fotógrafa, MNAC, Barcelona.  Hasta el 11 de septiembre de 2023.

Comisariado: Lluís Bertran, Roser Martínez y Roser Cambray.

 

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