Composición en 3D, original de Sonia Megías
COMPOSITORAS EN LA HISTORIA. LA MÚSICA DEL SILENCIO.
Cristina Mª Menéndez Maldonado
La música culta ha sido un coto privado y exclusivo para hombres a lo largo de la historia, prueba de ello es la escasa información que tenemos acerca de compositoras en este ámbito. Un olvido premeditado que coincide con el de la propia desvalorización de la mujer en lo social, político, religioso y artístico, entre otras áreas.
Gracias a estudios recientes no demasiado abundantes se ha conseguido rescatar del silencio figuras femeninas representativas del mundo musical que fueron excluidas deliberadamente de los libros de historia, y de las que no se ha hablado hasta bien entrado el siglo XX.
En España, la Asociación de Mujeres en la Música fundada en los años 80 por la compositora Mª Luisa Ozaita, surgió para apoyar y promover los estudios musicológicos sobre mujeres y rescatar figuras históricas relevantes. Un impulso necesario e ineludible, pues en palabras de la propia Ozaita: «Tradicionalmente en España las mujeres han tenido que enfrentarse con dificultades para desarrollar su capacidad creativa. Así lo ponen de manifiesto tratadistas como Cerone o Pablo Nasarre que creían que las mujeres nunca debían de hacer música».
Su actividad, como apunta la actual presidenta de la asociación, Pilar Rius: «Es la de difundir la figura de la mujer mediante la programación sistemática de conciertos con obras de compositoras históricas y contemporáneas, dando a conocer el patrimonio de las grandes olvidadas y suponiendo una plataforma de difusión para aquellas que han compuesto y componen en nuestros días». Aunque la sociedad parece concienciada con respecto al tema de la mujer, en opinión de Rius: «Es evidente que no se hace hincapié en las compositoras a la hora de promover su trabajo en los libros de texto, programas de conservatorios y conciertos, como sí se ha hecho históricamente con los compositores».
A pesar de los obstáculos y prohibiciones, muchas mujeres han seguido aportando a las artes, aún desde la clandestinidad, sus creaciones, una forma más de dar a luz su esencia, aún a riesgo de ser apartadas por ese patriarcado dominante que ha teñido la historia de límites, tabúes e intolerancia. Una rebeldía que para el medievalista Josemi Lorenzo Arribas, autor en 2004 de la Tesis “Las mujeres y la música en la Europa medieval: relaciones y significados” que fue premio extraordinario de Tesis, y de la AEIHM (Asociación Española de Investigación en Historia de las Mujeres), está muy relacionada con el espacio “entremujeres” en el que estas se reunían en el pasado y que podía darse en el intramuros monástico, en el lavadero, o en la fuente, entre otros espacios, aunque no sabemos a ciencia cierta qué ocurría en esos lugares. «Sí está documentado que a finales del siglo XV y principios del XVI mujeres nobles invitaban a otras damas con el pretexto de bordar para leer partes de la Biblia e interpretarla, lo que hoy es hacer política. Siempre que hay restricciones hay desobediencia» —comenta Lorenzo Arribas y añade— «Como historiador a la hora de abordar el tema de mujeres en la música la falta de fuentes es un problema, pero no es ni el único ni el más importante. Es necesaria una óptica no androcéntrica a la hora de tratarlo, y desde esa visión es posible encontrar nuevos caminos en los que antes no habías reparado, incluso en textos ya estudiados. Las herramientas metodológicas e interpretativas, son por tanto, la principal dificultad con la que me he encontrado. La historia se interpreta siempre desde las inquietudes del presente».
MITOLOGÍA Y MÚSICA FEMENINA
Los escasos rastros de las mujeres en la música a lo largo de la historia chocan con las poderosas imágenes mitológicas de divinidades femeninas del pasado, como las hijas de Júpiter. Nueve diosas que componían para los griegos “El Coro de Musas” que, según Hesíodo en su Teogonía, cantaban y danzaban en el monte Helicón, y que al igual que otras muchas deidades fueron destronadas por el patriarcado.
El pasado de hombres y ciudades era coreado por estas divinidades. CLÍO recreaba las hazañas de los héroes a través de bellos poemas épicos, CALÍOPE a su vez transmitía las grandes gestas de los semidioses y su gloria, EUTERPE era garante del arte musical, en tanto que TALÍA lo era de la poesía y del canto coral. ERATO señora de la poesía de amor y del teatro, POLIMNIA elevaba himnos a los dioses, y finalmente URANIA era la musa de la astronomía y otras ciencias. Un elenco legendario que hoy es anécdota de un pasado muy lejano con tintes de leyenda.
Pero, ¿cuándo se produjo ese repudio de lo femenino que lo apartó de las artes y ciencias? ¿Fueron tal vez las religiones monoteístas las culpables del destierro de mujeres y diosas?
En opinión de Lorenzo Arribas: «Hay pocas referencias musicales en tiempos de las religiones politeístas y escasa documentación al respecto, por lo que no se puede establecer una argumentación fiable que apunte a que sea el monoteísmo la causa del derroque de mujeres y diosas. Las discusiones alrededor del panteón y la mitología señalan problemas reales de articulación entre los géneros en la vida real. Las Musas como creadoras de la música en la Edad Media supusieron un concepto asumido que está recogido en las Etimologías de San Isidoro de Sevilla y que formaba parte del Quadrivium, igual que otras artes liberales como la aritmética o la geometría. A finales de la Edad Media y ya en la Edad Moderna los tratadistas del siglo XVI y XVII sustituyen a las Musas por otras figuras masculinas como Tubalcaín, personaje bíblico considerado padre de la música, o Pitágoras».
El mundo arquetípico y psicológico femenino también guarda en el inconsciente colectivo los rastros de ese aislamiento. En opinión de la psicóloga Paula Ramirez Boix, «la existencia de un inconsciente colectivo en el que se ha establecido como punto de partida el patriarcado, ha modelado la forma en la que la conciencia humana ha experimentado el mundo. En dicho inconsciente ha quedado grabada, de manera irremediable la imagen de la feminidad asociada a la creación más compleja, la capacidad de crear vida, quedando en un segundo plano la mujer como creadora de arte, de música. Esta dinámica inconsciente se ha establecido durante años, mediada por la preponderancia del hombre en otras artes como la literatura o pintura, así como en la religión y la mitología».
MÚSICA Y MUJERES EN EL ÁMBITO MONÁSTICO
Entre los siglos IX y XV los conventos y monasterios fueron espacios de cierta libertad para las mujeres, el cobijo de su creatividad y el espacio en el que floreció la música, especialmente la vocal, ya que el canto era una forma de realzar el mensaje. Un ejemplo de ello lo encontramos en la abadesa alemana Hildegard von Bingen (siglo XII), de la que no se tienen reseñas anteriores al año 1982, como apunta el especialista Lorenzo Arribas. La Historia de la música occidental.
En opinión de este historiador, la necesidad de un equilibrio que ponga en su lugar tantos siglos de olvido no necesita compensar con nombres femeninos las largas listas de músicos en la historia, sino el reconocimiento de que la mujer ha sido una pieza fundamental en la música, aun habiéndose encontrado con obstáculos para desarrollar su creatividad. Un viaje heroico en el que ha tenido que esconderse bajo los velos del anonimato, pedir perdón por su atrevimiento o renunciar a su autoría en pro de figuras familiares masculinas de su entorno.
La investigación realiza por el medievalista, especialmente en el monasterio burgalés de Santa María la Real de Las Huelgas muestra una realidad musical y cotidiana muy interesante respecto de mujeres y música: «Las Huelgas es un ejemplo muy relevante por la cantidad de piezas polifónicas que posee recogidas en el Codex de las Huelgas, compilado a principios del siglo XIV. Aunque la mayor parte de su repertorio musical es anónimo, muchas de las composiciones monódicas y polifónicas pertenecen a un fondo común europeo del cual conocemos las autorías masculinas. Mi investigación al respecto me ha llevado a que al menos una de estas piezas es autoría de una de sus abadesas, María González de Agüero del siglo XIV, gracias a una serie de hipótesis que he desarrollado en la elaboración de mi tesis. No hay unanimidad en decir si el repertorio polifónico lo cantaban ellas, los capellanes o se hacía de manera mixta. Sin embargo hay claros indicios que hacen sospechar que eran ellas las que cantaban pues en documentos anexos, como por ejemplo las llamadas “consuetas” hablan de indicaciones escénicas al respecto. En los monasterios muchas de las mujeres pertenecían a familias nobles y tenían más libertad de acción. Una libertad que paradójicamente es mayor durante los XIII y XIV que en siglos posteriores como el XVII» —señala.
Precisamente en el siglo XVII el Papa Inocencio IX declaró «que la música era totalmente dañina para la modestia que corresponde al sexo femenino, porque se distraen de las funciones y las ocupaciones que le corresponden… Ninguna mujer con ningún pretexto debe aprender música o tocar ningún instrumento musical». Un edicto que fue renovado en 1703 por Clemente XI y que minusvalora a la mujer en su relación con las artes.
Por otro lado, la polifonía, textura musical con varias voces melódicas característica de finales de la Edad Media y Renacimiento, implicó una recesión en la autoría de las mujeres, pues sin una interpretación de sus creaciones tampoco existía posibilidad de una evolución de las obras, oportunidad de la que gozaban solo los compositores.
COMPOSICIÓN: SOLO APTA PARA HOMBRES
La mujer ha sido destronada de las artes, relegada al gineceo del silencio y a pesar de ello su poderosa sombra, aún en el olvido, ha respirado paciente a la espera de su despertar, que no es otro que el reconocimiento de su valor, de su espacio y su capacidad para la creación al mismo nivel que el hombre.
De entre todas las áreas relacionadas con la música a lo largo de la historia, el de la composición realizada por mujeres ha sido el que más límites y prohibiciones ha sufrido.
«Históricamente la compositora no tiene antecedentes ni modelos que la precedan en los que poder sustentar o justificar su existencia musical de manera sólida, como sí tienen, por ejemplo, las intérpretes de piano en el s. XIX. Han sido ellas las que han tenido que pelear para que se las reconozca en un mundo masculino, apareciendo las primeras generaciones de compositoras de forma significativa en el s. XX. Creo que actualmente se palpa una sensación de inseguridad en torno a la dedicación profesional a la música por parte de los nuevos alumnos y aunque en este mundo incierto de la música eso siempre ha sido así, en el caso de la composición quizás pueda llevar a “hipotéticas” futuras compositoras a no decantarse por una profesión en la que de antemano se encontrarán en franca minoría» —comenta Rius.
La publicación de diccionarios, enciclopedias, antologías sobre música y mujeres han adquirido gran importancia, junto con la edición de partituras y grabaciones de música compuesta por mujeres, pero es necesario mucho esfuerzo en educación. «No nos podemos permitir una nueva generación que desconozca que la historia del arte y en especial de la música también la escribieron las mujeres. Eso supone educar no solo a aquellas personas que potencialmente se quieran dedicar a la música, sino empezar a sembrar desde la educación general en la que se vea claramente que las mujeres existieron, trabajaron, estuvieron y están presentes en todos los momentos de la historia»—señala Rius.
En pleno siglo XXI sigue habiendo problemas de visibilidad, como apunta Lorenzo Arribas, y precisamente las compositoras continúan siendo las más perjudicadas «por la noción de canon que tenemos que sitúa al compositor en la cúspide de la pirámide, por tanto el ascenso para la mujer es mucho más difícil».
Estela con una mujer tocando instrumento. Foto cedida por el catedrático de la Universidad de Alicante Juan Manuel Abascal de sus excavaciones en Segóbriga (Cuenca)
MÚSICA FEMENINA EN LA HISTORIA
Con toda probabilidad, un buen número de obras anónimas pudieron haber sido escritas por mujeres y otras se ocultaron bajo nombres masculinos para protegerse de posibles represalias por la osadía de dedicarse a la música.
Sin embargo, no siempre fue así…
En Grecia, la poetisa Safo en el año 600 a.C. vivió de sus composiciones y fue admirada por Sócrates, Platón y Aristóteles. En Roma Mesalina, o la cristiana Cecilia proclamada patrona de la música en el siglo III, son otros ejemplos de mujeres dedicadas a la música.
Así mismo, en excavaciones arqueológicas realizadas en Segóbriga (Cuenca) por el catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Alicante, se han encontrado representaciones con mujeres tocando instrumentos.
Figuras como Hildegard von Bingen del siglo XII, creadora de un lenguaje propio, la lengua ignota, y su prolífica obra científica, profética, literaria y musical ejemplifica esa libertad dentro de los monasterios de la época, aunque no la libró de enfrentarse con las autoridades eclesiásticas masculinas del momento.
Existieron también trovadoras como representación de la música popular, como la Condesa de Día (s. XII), o Tarsiana (s. XIII), innovadoras en sus composiciones que gozaron también de una cierta libertad creativa.
Durante el Renacimiento, el acceso a la música estaba restringido al ámbito del hogar, como quedó reflejado en numerosas representaciones pictóricas de mujeres tocando instrumentos, en especial el arpa o el clavecín. La italiana Francesca Caccini (1587-1641), hija del compositor italiano Giulio Caccini, es un ejemplo más que destacado de esta época, que trasciende las barreras impositivas del momento en el que la composición era un quehacer de hombres. Francesca compuso danzas musicales y fue conocida como “la Monteverdi de Florencia”.
Otro ejemplo tristemente sorprendente es el de la alemana Maria Anna Mozart (1751-1829), conocida como Nannerl y hermana de Wolfgang Amadeus Mozart, que sufrió la desvalorización de su padre, el cual consideraba que ninguna mujer era capaz de componer ni profundizar en los secretos del contrapunto y la armonía. Una represión que no disminuyó sus ganas de crear nuevas obras, prueba de ello son sus numerosas composiciones para piano. Muchos estudiosos consideran que su talento podría haber superado al de su famoso hermano si hubiese sido apoyada.
La austriaca Maria Teresa von Paradis (1759-1824), es otro ejemplo relevante. Pianista y compositora de sonatas, tríos, conciertos y óperas, también tuvo el talento de inventar el llamado “musicógrafo”, un instrumento que permitía leer la notación musical en relieve.
Aunque en el romanticismo la presencia de la mujer es más sustancial, no llega a tener la entidad suficiente como para profesionalizarse. Compositoras como Fanny Mendelssohn (1805-1847) que escribió más de 400 obras, la alemana Clara Wieck Schumann (1819-1896), o la austriaca Alma Malher (1879-1964), familiares de grandes figuras de la música, vieron cómo algunas de sus obras fueron firmadas por ellos, ocultando así la autoría de sus composiciones.
La italiana Maddalena Casulana (1544-1590) fue la primera compositora que vio su música impresa y publicada. Tuvo además la valentía de expresar su opinión en la dedicatoria de su primer libro de madrigales a Isabel de Médici: «Deseo mostrar al mundo, tanto como pueda en esta profesión musical, la errónea vanidad de que solo los hombres poseen los dones del arte y el intelecto, y de que estos dones nunca son dados a las mujeres».
Han sido muchos los ámbitos profesionales en los que la mujer ha luchado para alcanzar la igualdad con el hombre. En el mundo de la música siguen siendo varones los que toman las decisiones respecto a los programas musicales, lo que, unido a la exclusión de las mujeres de los libros de didáctica musical, supone un obstáculo a veces muy difícil de superar en pro de la visibilidad y puesta en valor.
Hay más de 4000 mujeres compositoras catalogadas a día de hoy, lo que refleja que las trabas a este quehacer no han impedido que estas se apartaran de las artes. A pesar de que las mujeres hayan sido relegadas al reducido ámbito del hogar, las labores diarias y la maternidad, su función ha sido esencial en la historia no escrita de la música, gracias a la transmisión oral de los cantos populares, nanas, etc. Un elenco musical mucho más abundante que el de la música culta.
COMPOSITORAS FUERA DE LA NORMA. MÚSICA EN LA SOMBRA
Existen compositoras fuera de los esquemas preestablecidos, al margen de normas y etiquetas. Mujeres que en determinados momentos, sin estar sujetas a encargos y cánones, componen desde su más profundo sentir. Su forma de crear es, como ha sido definido por una de estas mujeres, la compositora Sonia Megías, “desde el útero”.
Para Sonia Megías, una joven compositora nacida en Almansa en 1982 y creadora de multitud de obras como “Tempsiabo” (2006), “Sigiloso Marte” (2013), “Primera Antártida” (2015), “AvShalom” (2010) o “L/Baila”(2008), entre otras muchas: «En los centros académicos, los programas obligan a enseñar según el sistema patriarcal establecido: tres siglos de música escrita por hombres centroeuropeos para la Corte y la Iglesia centroeuropea. La música escrita por mujeres es apartada porque está fuera de ese canon, al igual que el infinito resto de músicas como la ancestral, la indígena, la popular, la no-europea… La mujer es creadora de forma natural, tenemos una mirada, o un oído en este caso, mucho más espiritual o intuitivo que los hombres. El sistema musical que prima, considera “menor” cualquier manifestación que no se atenga a los libros de teoría musical escritos por hombres desde el Barroco, sobre una base tan escolástica que ni siquiera los compositores de la época aplicaban, bases cuadriculadas que mutilan cualquier atisbo de creatividad». Megías considera que el mundo creativo de la mujer es individual y aquellas personas que se expresan sin prejuicios «hacen crecer el arte». Esta compositora ha puesto en marcha además una editorial, “Ediciones delantal”, para la publicación de composiciones de mujeres.
Por su parte, la española María de Alvear (1960) es otro ejemplo de mujer innovadora que rompe con lo establecido y combina el arte visual con la estructura musical derivada de experiencias con aborígenes, y con su propia investigación musicológica en Norteamérica, Siberia, Escandinavia y el norte de África. Ente sus obras, Orgasmus Vulgar (2011), Equilibrio Sereno (2011), Oscuridad Pura (2012), Prime Sounds (2014), Magna Mater (2013). Su personal forma de creación musical y escénica le valieron el Premio Nacional de Música, en la modalidad de Composición en 2014. Para Alvear la situación de las compositoras en España y el resto del mundo es difícil porque en las universidades el contexto financiero empeora, en especial para las mujeres, y por otro lado la supervivencia de los conjuntos y orquestas hace que sus directores busquen compositores, pues son más aceptables para la sociedad en lugar de mujeres. Además, la solidaridad entre las mujeres es escasa. Hombres y mujeres prefieren patrocinar a otros hombres y esto es un problema para las mujeres que componen.
Fátima Miranda (1952) aúna en su creación la música, “performance art”, el cuerpo, junto con técnicas vocales inventadas en las que lo sagrado y lo profano, oriente y occidente, componen un contraste en sí mismo, una obra de arte. En 1985 recibe el Premio Nacional Cultura y Comunicación concedido por el Ministerio de Cultura por su libro “La Fonoteca”. Entre sus obras aCuerdas, se suceden atmósferas rituales, entusiastas o enloquecidas, en una mixtura de lo cotidiano y lo sublime siempre desde humor y la originalidad. En otra de sus creaciones, Albórbolas, visibiliza la problemática de mujeres maltratadas e inmigración. Como ejemplos de su discografía, Las Voces de la Voz (1992), Inter Nos II (1992), Concierto en Canto (1997), etc.
Hay muchos otros nombres, como Mercedes Zavala, compositora y pedagoga, que fue presidenta de Mujeres en la Música desde 2007 a 2010; la salvadoreña María de Baratta (1890-1978), primera investigadora de la tradición musical de su país; la chilena Violeta Parra (1917-1967), una de las folcloristas más importantes de América; Guadalupe Urbina (1959), compositora de Costa Rica que se interesó por las tradiciones de su provincia Guanacaste; o Julia Wolfe (1958), ganadora del premio Pulitzer 2015 de la música… Nombres de mujer, compositoras, inventoras de sueños que combinan ese mapa de encuentros, silencios y música. Una pequeña muestra, huellas nuevas en la historia.
ASOCIACIÓN MUJERES EN LA MÚSICA. AL RESCATE DEL SILENCIO
Treinta y cinco años después de su fundación por la compositora María Luisa Ozaita, la asociación Mujeres en la Música, ahora presidida por Pilar Rius, continúa su actividad en pro de la visibilidad de las mujeres en este ámbito a través de mesas redondas y conferencias, presentaciones de libros y música, así como otras actividades.
«Contar con el respaldo y la sede del Instituto de la Mujer; con un Festival anual como el de Getxo, que este año ha celebrado su XV edición; formar parte del jurado en los Premios Nacionales de Música, en los que solo se ha premiado a dos compositoras en 34 años, o colaborar con la Asociación Donne in Musica de Patricia Adkins Chiti, entre otros, son logros muy importantes conseguidos por la Asociación» —comenta Pilar Rius y añade— «Fruto de esta sociedad en la que vivimos, sentimos la obligación de manifestar nuestra indignación sobre ciertos aspectos que consideramos socialmente injustos, pero a la hora de la verdad, no hay un compromiso institucional o social, real (incluyendo en ocasiones a las propias mujeres), como para poder ponernos manos a la obra y cambiar las situaciones desde la raíz. O al menos todavía no el suficiente. Tenemos como meta unificar y crear un catálogo definitivo de compositoras a la altura del siglo XXI, para todas aquellas personas que deseen consultar las bases del archivo AMM desde cualquier parte del mundo. Creemos que es una de las mayores aportaciones que podemos realizar como Asociación y la mejor manera de difundir el trabajo de las mujeres».
Entre las iniciativas de la asociación también destaca la “Música de Mujeres en las Aulas” en el que han involucrado a conservatorios de distintas provincias españolas para que sus alumnos conozcan e interpreten obras de compositoras que casi nunca están en las programaciones didácticas del centro.
En la entrevista a la fundadora de la asociación, María Luisa Ozaita, nacida en Baracaldo en 1939, titulada en piano, clavecín y compositora de obras como la ópera Pelleas y Melisenda (1974), Suite (1991), Preludio y mosaico (2005), Quinteto sugerente (2007), entre otras, los obstáculos con los que se encontró en su carrera musical en el mundo de la música se unieron a la enfermedad del Parkinson que padece desde hace 17 años. Dificultades que no le impidieron seguir componiendo. «Se nos decía que escribíamos cancioncillas sin importancia y que no teníamos capacidad de abstracción, una idea absurda, pues a lo largo de la historia ha habido numerosas mujeres científicas, matemáticas o físicas. La mujer y el hombre pueden hacer todo lo que se propongan, solo necesitan la oportunidad para ello» —y añade— «Es más fácil para un hombre estrenar su obra con una orquesta sinfónica que para una mujer. Yo lo conseguí a los 74 años con mi obra Cartones para orquesta sinfónica que se estrenó en el País Vasco y que fue muy bien recibida por el público. Los grandes críticos musicales como Enrique Franco o Fernández Cid, nunca hablaron de mujeres pues estas nunca tuvieron la oportunidad de estrenar en grandes salas. Durante el Franquismo yo realmente no tenía conciencia de que era compositora, pues los compositores nos trataban con paternalismo y se nos consideraba de segundo orden. Tomé conciencia de que había otras mujeres con mis mismas inquietudes cuando la musicóloga Rosario Marciano, de la Asociación de Compositores Sinfónicos de Madrid me invitó a Viena a un simposio de compositoras. Sobre las mesas había información sobre compositoras de todos los tiempos y aquello me abrió los ojos».
EL DATO: 8º CONGRESO INTERNACIONAL DE MUJERES EN LA MÚSICA. BILBAO 1992
La compositora española María Luisa Ozaita puso en marcha, por primera vez en España, el 8º Congreso Internacional de Mujeres en la Música, celebrado en Bilbao en marzo de 1992, con el apoyo de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País (RSBAP), lo que permitió conocer la labor de compositoras en diferentes países del mundo. Una iniciativa que no se ha vuelto a repetir y que contó con interesantes ponencias, como la expuesta por Alicia Casares “Las mujeres en la música española, 1900-1939: una aproximación al estado de la cuestión” que recalcó la problemática de las mujeres en el terreno musical durante esos años, nombrando a figuras representativas como Mª Luisa Pousa (1878-1919), autora del Himno a Cataluña y fundadora de del Instituto Musical de Barcelona; Montserrat Campany (1901-1995), cuyo repertorio estuvo inspirado en el mundo indígena; o Rosa María Ascot (1902-2002), alumna de Enrique Granados (1867-1916) y Manuel de Falla (1876-1946), de cuyas obras, muchas desaparecidas durante la Guerra Civil, solo nos quedan Preludios o La Española. En este Congreso destacó también la intervención de Esperanza Abad, soprano, con su exposición: “La voz en el laberinto de sus voces”, entre otras intervenciones. Este Congreso fue un gran paso para la visibilidad y puesta en valor del quehacer musical de las mujeres, aunque no tuvo la gran difusión de otros eventos relevantes del momento como la EXPO’92 de Sevilla.
El DATO: OTRAS ASOCIACIONES DE MUJERES Y MÚSICA
Existen otras asociaciones de mujeres en la música como Women in Music de USA, The Society of Composers & Lyricists de Nueva York o Internacional Adkins Chiti creada por la musicóloga inglesa Patricia Adkins Chiti en paralelo a la revista Donne in Musica, para la puesta en valor de la música hecha por mujeres. Iniciativas que tratan de visibilizar el mundo de la música y las mujeres, en el pasado y en la actualidad, aunque queda mucho camino por recorrer en este sentido..
Mujeres en la Música. Fotografía cedida por el Conservatorio Superior Eduardo Martínez Tomer de Oviedo
¿Sabías que… Gema Salas Villar, historiadora y docente del Conservatorio Superior Eduardo Martínez Tomer de Oviedo y autora del libro Mujeres y Música (2009) editado por la Consejería de Educación y Ciencia - Centro de Profesorado y Recursos de Gijón fue elegida en 2014 como “Responsable de igualdad de género” por el Consejo Escolar para la puesta en marcha de un departamento que garantizase la igualdad en el ámbito de la comunidad educativa? Entre las iniciativas llevadas a cabo por este departamento destacó la puesta en marcha del I Concierto de “Mujeres en la Música” para impulsar la interpretación del repertorio de mujeres en todas las especialidades que no forman parte del Canon de la música culta y contó con el apoyo de la Asociación de Mujeres en la Música y el Instituto Asturiano de la Mujer. En un futuro cercano se proponen hacer un musical sobre la compositora Clara Schumann en colaboración con otros centros educativos del Principado de Asturias, además de conferencias y otras acciones educativas.
Fotos: Gerson A. de Sousa Oliveira
Concierto de Mujeres en la Música. Fotografía cedida por el Conservatorio Superior Eduardo Martínez Tomer de Oviedo