CATACLISMO

LOS ÁLBUMES VICTORIANOS O EL COLLAGE ANTES DEL COLLAGE

Collage victoriano anónimo, c. 1880-1890. Smithsonian American Art Museum, Washington D.C.

LOS ÁLBUMES VICTORIANOS O EL COLLAGE ANTES DEL COLLAGE
Marta Mantecón

Mucho antes de que el collage se extendiera como práctica artística durante las vanguardias históricas, hubo una serie de mujeres –mayoritariamente aristócratas de procedencia británica–, que a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX comenzaron a experimentar con esta técnica para ilustrar sus álbumes de fotos. Su trabajo, poco conocido hasta hace relativamente poco tiempo[1], permite constatar que la práctica del collage se desarrolló al menos medio siglo antes de que Picasso diera a conocer su célebre “Naturaleza muerta con silla de rejilla” y que las mujeres estuvieron vinculadas a la práctica fotográfica desde sus inicios, en un momento en que no era nada fácil, debido a su situación de exclusión del ámbito público.

La fotografía en la época victoriana, en pleno auge de la Revolución Industrial, gozaba de una extraordinaria popularidad, especialmente entre las clases acomodadas. Fue apoyada incluso por parte de la monarquía, que fomentó la creación de sociedades fotográficas y escuelas especializadas, aunque las mujeres tenían el acceso restringido a algunas de estas instituciones.

Las protagonistas de este relato, en su mayoría casadas con aristócratas, son conocidas por los apellidos de sus maridos. Sus responsabilidades consistían en administrar la casa, organizar cenas, reuniones o partidas de caza, asistir a bailes y fiestas, jugar al cricket o a las cartas y, sobre todo, asegurar la continuidad del linaje familiar. Muchas se aficionaron a la creación de foto-álbumes como una forma de entretenimiento que les permitía expresar su creatividad, experimentar, divertirse y socializar dando uso a las fotografías que coleccionaban de su entorno familiar o que habían recibido como regalo por parte de amigos y conocidos. En aquel momento era práctica común hacerse retratos de estudio para las famosas cartas de visita que se coleccionaban e intercambiaban en las reuniones de sociedad. Estas mujeres recortaban esas imágenes y, haciendo gala de un profundo ingenio, talento y refinamiento, crearon divertidos foto-collages en los que combinan la fotografía con diferentes escenarios pintados a la acuarela y dibujos llenos de fantasía e imaginación. La fotografía fue para todas ellas una forma de pasar el tiempo y, fundamentalmente, un medio de expresión.

Destinados al consumo privado, estos álbumes se acabaron convirtiendo en un motivo para reunirse, conversar y mostrarse mutuamente el trabajo realizado, dado que les ayudaba a cumplir su rol de anfitrionas y, de paso, evidenciar su elevado estatus social y los contactos que tenían, pero ante todo supuso una forma de liberación que les permitió contarse a ellas mismas, mostrando una extraordinaria capacidad para generar ficciones a partir de su vida cotidiana.

Algunas practicaban la fotografía amateur, como Frances Elizabeth Cowper, conocida como Lady Fanny Jocelyn, que utilizaba sus propias imágenes, aplicando la técnica del colodión húmedo, y se dedicaría también a la pintura tras la muerte de su marido el vizconde Jocelyn y de sus seis hijos. Otros álbumes evidencian múltiples manos, como los de las hermanas Pleydell-Bouverie o las primas Victoria Alexandrina Anderson Pelka (Condesa de Yarborough) y Eva MacDonald, por lo que en ocasiones la creación de estos foto-álbumes pudo ser un trabajo colaborativo.

Álbum Berkeley, c. 1867-1871

Aunque las composiciones parecen centrarse en la vida familiar, prácticamente todas ellas acabaron subvirtiendo los códigos éticos y morales de su época. Sus composiciones presentan escenas de un humor irreverente que llegan a adquirir un tono surreal, desmontando algunos de los viejos estereotipos y convenciones que asociamos a la época victoriana. Hay collages donde incluyen fotografías de los políticos de la época, próximas a las caricaturas de la prensa británica, que subrayan el componente crítico de muchas de sus propuestas. El propio acto de cortar las fotografías era una forma de desarticular o cuestionar el contexto social en el que vivían.

Lo que empezó siendo un entretenimiento de aristócratas, se convirtió en una propuesta profundamente creativa y rompedora, verdadero anticipo del collage dadaísta y surrealista e incluso de algunos postulados del arte posterior.

Álbum Berkeley, c. 1867-1871

Los contenidos de estos foto-collages incluidos en álbumes, abanicos, camafeos, sombrillas y naipes, escenifican toda suerte de reuniones sociales que muestran sus costumbres, aficiones, divertimentos y estilo de vida aristocrático, como las propiedades que poseían o visitaban, las partidas de caza del zorro, el juego del criquet y otros pasatiempos de moda entre la clase alta que servían para socializar y flirtear. Algunas composiciones presentan divertidos juegos de escala o insertan retratos en cuerpos de animales, objetos domésticos o accesorios de moda que bien pudieron inspirarse en los cuentos que estaban popularizando en aquel momento, como los de Hans Christian Andersen o los Hermanos Grimm e incluso “Alicia en el país de las maravillas” (el propio Charles Lutwidge Dogson, más conocido por su pseudónimo literario de Lewis Carroll, fue un fotógrafo aficionado).

Álbum de Alejandra de Dinamarca, Princesa de Gales, c. 1866-1869

Entre las autoras de esta nueva práctica artística cabe destacar a Alejandra de Dinamarca (1844-1925) que, primero como Princesa de Gales y más adelante como reina consorte de Eduardo VII, destacó por su destreza pintando a la acuarela y mantuvo siempre un interés por coleccionar, posar e incluso hacer fotografías. Llegó a matricularse en la Stereoscopic School de Londres y a publicar sus fotos, lo que dignificó la fotografía como una ocupación digna y respetable para las mujeres, ya que fue una persona extraordinariamente influyente en su tiempo.

Álbum Filmer, c. 1865

En este foto-collage Mary Georgiana Caroline (1838-1903), conocida como Lady Filmer, se representa a sí misma frente a una mesa con sus propios álbumes, muy próxima al Príncipe de Gales, futuro Eduardo VII, que parece ser que era uno de los invitados más codiciados de la época para cualquier anfitrión. Su marido, Sir Edmund Filmer, aparece junto a su perro en la esquina inferior derecha recurriendo a una escala manifiestamente inferior.

Álbum Madame B, c. 1870

Aunque prácticamente todas las autoras de estos collages fueron británicas, Marie-Blanche-Hennelle Fournier (1831-1906) era de origen francés, conocida como Blanche Fournier y creadora del álbum Madame B. Casada con el diplomático Hugues-Marie-Henri Fournier, sus collages eran una especie de cuaderno de viajes que incorporaban fotografías de los lugares que había visitado, así como elementos que mostraban sus conocimientos de historia natural, zoología y botánica.

Álbum Gough, c. 1870

Kate Edith Gough (1856-1948) procedía de una familia que, pese a no ostentar títulos, disponía de una fortuna que les permitió mantener una forma de vida aristocrática y adquirir una formación intelectual que luego va a aplicar a sus creaciones, como su interés por la literatura de Charles Dickens, el dibujo y la pintura sobre porcelana. En este collage se muestra a sí misma y a su hermana gemela, inspirándose posiblemente en las teorías de la evolución de Charles Darwin o en las caricaturas que aparecían en revistas políticas a las que era aficcionada.

Álbum Berkeley, c. 1867-1871

Por último, Lady Georgiana Berkeley (1831-1919), mantuvo también un estilo de vida acomodado, pese a carecer de título. Tras el temprano fallecimiento de su esposo (Sydney Kerr Buller Atherley, nieto del quinto marqués de Lothian) tan solo unos meses después de la boda, decidió mantener su independencia. Sus composiciones se alejan de esa visión de confinamiento al recinto privado que solemos asociar a las mujeres de la época victoriana, para enfatizar precisamente su independencia, modernidad y cosmopolitismo, algo que sin duda compartió con sus coetáneas[2], convirtiendo el collage en un medio de expresión eficaz antes de que su validación dentro del gran relato de la Historia del Arte.

Álbum Berkeley, c. 1867-1871

Notas:

[1] En los últimos años han comenzado a aparecer los primeros estudios y en 2010 el Metropolitan Museum of Art de Nueva York realizó una exposición bajo el epígrafe “Playing with Pictures: The Art of Victorian Photocollage”, comisariada por Elizabeth Siegel.

[2] Cabe destacar también los foto-collages de Maria Harriet Elizabeth Cator (d. 1881), Constance Sackville-West (1846-1929) o la marquesa Amy Augusta Frederica Annabella Cochrane Baillie (1853-1913).

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