CATACLISMO

EL PIROPO

El piropo_Francesc Català RocaFrancesc Català Roca, El piropo. Sevilla, 1959

 

EL PIROPO
Manuela Alonso Laza

Me gustaría comenzar este texto recordando la definición que del término piropo aparece en el diccionario de la RAE. En una de sus acepciones se describe como “alabanza afectada, para ganar la voluntad de alguien”, pero en ningún momento se contempla la otra posibilidad, cuando a la persona se le intimida o violenta. En cambio, sí aparece incluida en la «Wikipedia: “Piropo es una frase ingeniosa que se lanza a una persona (tradicionalmente a una mujer) para adularla con el propósito de cortejarla o enamorarla». Sin embargo, también existe la prevalencia de utilizar el piropo como una agresión verbal con insinuaciones sexuales no pedidas u opiniones no solicitadas sobre el cuerpo, primordialmente hacia las mujeres. Por lo que muchos especialistas catalogan el piropo como una agresión sexual explícita en espacios públicos.

Desde un punto de vista iconográfico, el piropo ha sido un tema recurrente y utilizado por diferentes fotógrafos. Podemos citar los “piropos” del fotoperiodista mexicano de los años cincuenta Nacho López, de la fotógrafa americana, afincada en Italia, Ruth Orkin con su piropo de 1951, del italiano Fulvio Roiter o el que Xavier Miserachs realizó en Vía Laietana en 1962.

El piropo_Nacho LópezNacho López, Cuando una mujer guapa parte plaza por Madero. México D.F, 1953

El piropo_Ruth OrkinRuth Orkin, American girl in Florence, Italy, 1951

El piropo_Fulvio RoiterFulvio Roiter

El piropo_Xavier MiserachsXavier Miserachs, Barcelona, Via Laietana, 1962

Pero de todos los piropos fotográficos que conozco, la imagen que más me ha seducido es la del fotógrafo catalán, Premio Nacional de Artes Plásticas, Francesc Catalá Roca (Valls, 1922 ­- Barcelona, 1998), titulada El piropo. Sevilla, 1959.

Me gustaría citar las palabras que Sánchez Harguindey le ha dedicado: «… esa fantástica foto, El piropo, en la que el exultante joven que dice algún elogio o alguna barbaridad a dos modosas damas divide la escena callejera: a la izquierda tres sacerdotes y un policía nacional; a la derecha, las impertérritas damas y la población civil. Una instantánea que contiene un mundo».

Y además de contener un mundo, lo plasma en el instante preciso. No en vano, conocía la obra que Cartier Bresson publicó en 1952, El instante decisivo, en el que el propio autor menciona: “Algunas veces hay una imagen única, cuya composición posee tal vigor y riqueza, y cuyo contenido expresa tanto, que esta sola imagen es ya una historia completa en sí misma. Pero esto sucede muy raras veces”.

Català Roca lo consigue. Ha tomado la foto en el momento decisivo, ni un segundo antes ni después. La imagen nos transmite el olor a una sociedad rancia de poderes eclesiásticos y militares, donde la acepción o significado agresivo de la palabra piropo, no deja lugar a duda.

El piropeador, de espaldas al espectador, es el elemento central de la composición, formada por otros dos grupos. A la izquierda, el compuesto por los sacerdotes y el militar que se encuentran ajenos al tema central –estupenda metáfora de la realidad–, y las dos mujeres que caminan y forman el grupo de la derecha.

El rostro lascivo del piropeador, incluso la actitud de su cuerpo, invade levemente el espacio de una de las piropeadas. Está claro que a esta mujer que pasea tranquilamente con su amiga no le ha gustado lo que le han dicho. Quizás ha sentido miedo, se ha aferrado al paraguas y al bolso; realmente este piropo, como muchos otros, es una agresión que muchos confunden con tradición, con costumbre, pero no lo es.

 

 

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