CATACLISMO

MARÍA BLANCHARD, UNA GRAN VANGUARDISTA

María Blanchard, La maternidad, 1928

María José Aranzasti

María Blanchard (Santander, 1881–París, 1932) es una de las grandes artistas españolas, nacida el mismo año que Picasso, Vázquez Díaz, Gargallo y Gleizes. La  exposición en la Fundación Botín, María Blanchard cubista y la exposición antológica en el Museo de Arte Reina Sofía tienen como objetivo fundamental poner en relieve y situarla en el lugar destacado que le corresponde. María Blanchard es una artista de vanguardia, pionera de toda una futura generación de mujeres artistas, que tuvo al igual que Frida Kahl, un paralelismo vital de sufrimiento por sus deformidades físicas al que se añadieron, en el caso de Blanchard, momentos de grandes penurias económicas en su breve vida. Nada mejor para acercarse a su desgarrada existencia que releer las palabras certeras y terribles de Federico García Lorca en Elegía para María Blanchard, pronunciadas en el Ateneo de Madrid, al poco de su muerte. Pero debemos ir más lejos de los impedimentos y de los defectos  físicos de su estatura y de su cuerpo, por muy graves que estos fueron, para adentrarnos en el mundo íntimo de esta artista, un mundo que en distintas etapas va conjugando colores y juegos cromáticos intensos en su etapa cubista con otras, también coloristas, junto a otras más grises y negras, al igual que el mundo interior que reflejó.

La comisaria de ambas muestras, María José Salazar, gran experta y especialista en su obra y Conservadora del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, ha sabido mostrar en ambas exposiciones la importancia de María Blanchard, su fuerza magistral en las obras cubistas, muchas de ellas inéditas en España, la gran ternura que desprenden sus temas familiares y cotidianos: maternidades, mujeres desvalidas y enfermas, soledad y abatimiento, imágenes intimistas, de las que emanan una profunda tristeza.

María Blanchard, pintora cubista

A partir de 1916, cuando la artista se establece definitivamente en París, ciudad por la que indudablemente entraba aire fresco y ciertas dosis de libertad para romper con los convencionalismos sociales que le acompañaban, María Blanchard pudo integrarse en el grupo de los cubistas puros, trabajando de igual a igual sobre todo con Juan Gris y Lipchitz,  y también con otros como Albert Gleizes, Metzinger y Lhote, además de contar con la amistad desde sus comienzos de Diego de Rivera. Y ese plano de igualdad, impensable entonces en España, lo pudo conseguir María Blanchard como una excepción que no lograron otras mujeres artistas.

Sus obras cubistas son soberbias, tuvieron gran éxito en su momento y gozan de un estilo personal, equiparable a las obras de los mejores cubistas de la época.  Superposición de planos, búsqueda de lo esencial, formas geométricas en distintas perspectivas, objetos identificables son algunos de los rasgos de esta etapa cubista en los que destaca la artista sobre todo por la sabiduría del color como en Composición cubista (1918) del Museo de Arte Reina Sofia y Nature morte cubiste (1917).

María Blanchard, Composición cubista, 1918

María Blanchard, Nature morte cubiste,  1917

 

Exposición antológica en el Museo Reina Sofia

María Blanchard se da a conocer al público en París a través del Salon des Indépendants (1921), con la obra La Communiante, comenzada en 1914, rompiendo a partir de entonces los lazos que le unían a su marchante Léonce Rosenberg y arriesgandose a abandonar ese cubismo de éxito. Se adentra con su instinto hacia una  figuración renovada, a contracorriente, pintando retratos, niños y escenas de la vida cotidiana, cargadas de ciertas dosis de tragedia. Este cambio tiene también consecuencias en un mayor aislamiento y reclusión internas, que hacen desdibujarse los lazos de unión con Juan Gris y con otros artistas, agudizándose su fervor por la religión.

Los temas están muy ligados a una religión que le atenaza basada en un catolicismo practicante, muy ligado a la línea de Paul Claudel y de Jacques Rivière (Nouvelle Revue Française) y a la de su mujer Isabelle, a quienes María Blanchard está muy unida, aunque con momentos de dudas y de rebeldía. Sus pinturas son a veces incisivas, punzantes con temas que por su propia naturaleza llevan a la compasión: la pobreza en la infancia, la angustia de los desamparados, mujeres desvalidas y enfermas, niños enternecedores…

En casi todas las obras de María Blanchard siempre van a estar presentes los rasgos poderosos del cubismo, sobre todo del cubismo sintético. Pero en esta tercera etapa, denominada Retorno al Orden (1919-1932), prima la figura humana, a la que plasma con una intensidad y pasión fervorosas. Las personas de su entorno y que provienen directamente de su memoria serán sus modelos y se convierten en las temáticas de sus lienzos, realizados con gran dignidad: echadoras de cartas, niños, borrachos, bordadoras, mujeres enfermas, maternidades… en los que el dibujo es esencial y de una calidad excepcional. Dibujo que se manifiesta enérgico, marcando el volumen y el contraste, y expresivo, con el que perfila todos los planos. María Blanchard realiza distintas versiones de sus obras, bien sean pinturas al óleo, dibujos o pasteles. Por ello se encuentran réplicas realizadas por la propia artista de la misma obra con algunas pequeñas variantes entre unas y otras.

La mayoría de sus retratos son obras plenamente expresionistas, muy bien construidas y que transmiten una poesía cargada de esa constante y  ferviente religiosidad. Su insistencia en el color, en los contrastes y juegos cromáticos, se inscribe en estructuras compositivas muy bien organizadas.

La influencia del arte africano hace también que sus figuras contengan esos rasgos tan significativos en la pintura de esta época. En uno de sus especiales retratos como La femme au vêtement rouge (hacia 1922) la artista retoma rasgos orientalizantes; o bien, esquemas románicos, bajo la influencia de Van Dongen, en la Femme au collier vert de 1906. En Tête de femme hacia 1917 plasma con precisión los rasgos atractivos de esta mujer; en la Jeune paysanne (1922), de gran influencia cubista pero gran carga expresionista, el espectador asiste a una estudiada y sencilla composición de gran realismo.

María Blanchard, Mujer con vestido rojo, ca. 1912-1914

En el retrato Jeune femme hacia 1924 se ve perfectamente el dominio del blanco, tan poderoso junto a la fuerza del negro y gris, y que se convertirá en uno de los importantes logros de la artista.

En la obra Nu aux enfants 1924, compendio de la composición exacta, la artista realiza una nueva obra de la temática de la mujer tumbada desnuda, tan presente en la historia del arte. La gourmandise (1924) junto a L´enfant à la glace (1924) son las obras más alegres y coloristas de este período que logran plasmar una pintura con un brillo y luz de gran intensidad, características recurrentes en la pintura de Blanchard de esta época.

 María Blanchard, La gourmandise, 1924

Las muertes del artista Juan Gris y de Frank Flausch, que le promociona y vende en Bruselas, ambas en 1927, deterioran aún más su delicada salud: la tuberculosis le acecha, continúa pintando y por su extrema generosidad y bondad se hace cargo de la manutención de su hermana, los hijos de ésta y de cuantos acudían a su casa. Una obra destacable de este último periodo es precisamente La convaleciente de 1930, en la que la artista capta con gran calidez el estado de postración de la enfermedad asumida y el de resignación espiritual a través de la búsqueda de los efectos y contrastes de luz tan personales que producen en el espectador ternura y emoción contenidas.

María Blanchard, La convaleciente,  1930

 

María Blanchard, pintora cubista, Fundación Botín, Santander. Del 23 junio 2012 al 16 septiembre 2012.

María Blanchard, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid. Del 17 de octubre de 2012 al 25 febrero de 2013.

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Bibliografía:

Federico García Lorca. Elegía a Maria Blanchard. Ver texto en http://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Blanchard

Ramón Gómez de la Serna. María Blanchard en Retratos completos (1941-1961).  Obras completas XVII, Barcelona, Galaxia Guttenberg, 2004. Págs. 937-943

Liliane Caffin Madaule. Maria Blanchard 1881-1932. Catalogue raisonné de Liliane Caffin Madaule I y II tomos. DACS, 1994. ISBN. 0951853317

María José Salazar. Aproximación a la vida y a la obra de María Blanchard 1881-1932. Madrid, Museo Español de Arte Contemporáneo, 1982.

María José Salazar.  Maria Blanchard. Catálogo razonado. Pintura 1888-1932. Madrid, MNCARS y Telefónica, 2004

Maria José Salazar. María Blanchard.  Madrid, Fundación Botín y Museo de Arte Reina Sofia, 2012. 272 págs.

Carmen Bernárdez Sanchís. María Blanchard. En El Cubismo y sus entornos en la colección de Telefonica. pág. 90-101. Madrid, Fundación Telefonica, 2005

Carmen Bernárdez Sanchis. María Blanchard-Albert Gleizes. Madrid, Galería Guillermo Osma, 2008

Gloria Crespo. 26 rue du départ. Erase una vez en París. Documental de 52 minutos de duración, se ha rodado en México, París y Cantabria (Santander, Cabezón de la Sal, Comillas, Ucieda o Mazcuerras) con el patrocinio de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte. Estrenado el 25 de enero de 2012.

 

 

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