ENTREVISTA A ROCÍO DE LA VILLA
Dora Román
La exposición ‘Maestras’ que has comisariado en el Museo Thyssen de Madrid, por la relevancia de géneros y temas que se tratan y por la presencia de artistas que resultaban casi desconocidas en España, ¿podemos decir que supone un hito muy importante en tu carrera?
Presentar una selección amplia de artistas mujeres durante la Modernidad era un viejo proyecto, un deseo que parecía imposible realizar y que, gracias a la confianza del director artístico del Museo Thyssen Guillermo Solana, ahora comparto con miles de visitantes: hasta la fecha, más de 140 mil. Para la mayoría, la emocionante experiencia de Maestras ha supuesto un antes y un después en su conocimiento y disfrute de la historia del arte. Es obvio que una exposición tan ambiciosa, en parte enciclopédica pero compuesta por ocho secciones temáticas que funcionan como ocho micro-exposiciones, con un centenar de obras de más de setenta artistas desde finales del siglo XVI a los años treinta del siglo XX, no se hubiera podido llevar a cabo en una institución de menor nivel que el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid.
Es un proyecto muy amplio, porque no se ha tratado solo de este recorrido feminista que supone la exposición, también has seleccionado una lista de treinta y cuatro temas creados por las compositoras que conocieron y escucharon a las maestras presentes en la exposición, destacado en la revista Beaux Arts como la segunda entre las diez playlists de exposiciones más interesantes en 2023. Se ha proyectado el ciclo de cine coordinado por Ana Quiroga «Vidas maestras: huella y testigo de las mujeres artistas (siglos XVII-XX)”. Ha tenido lugar el programa de conferencias “Maestras españolas. Construyendo genealogía del arte español” dirigido por Marián López Fernández-Cao, que igualmente se ha ocupado de la guía didáctica. Y asimismo se ha desarrollado un site con voces alternativas, «Otras maestras. Discursos paralelos», coordinado por Isabel Tejeda y Semíramis González. Y, finalmente, el simposio internacional «Cruces de culturas. Transmisiones y alianzas entre artistas modernas” dirigido por Maite Méndez Baiges. ¿Cuánto tiempo y cuantos esfuerzos ha supuesto toda esta organización?
Han sido tres años de intenso trabajo, siempre acompañada por el esfuerzo constante y brillante de Elena Rodríguez, comisaria técnica del Museo Thyssen. Desde el principio, Maestras se pensó como un proyecto coral, en el que historiadoras feministas del arte, durante décadas tantas veces cómplices, contribuyeran con su sabiduría y experiencias al proyecto. Incluso el catálogo de la exposición se concibió de manera plural, con las aportaciones de Haizea Barcenilla, Marta Mantecón y Ana Martínez-Collado. Pero también quisiera destacar el trabajo de todas las profesionales de los distintos departamentos del Museo que, en todo momento, han estado dispuestas a remar a favor de proyecto, incluso si eso suponía cambiar o adaptar dinámicas de trabajo establecidas.
Simposio «Cruces de culturas. Transmisiones y alianzas entre artistas modernas».
De izquierda a derecha: Carla Subrizi, Maite Méndez Baiges, y Rocío de la Villa. Arriba en pantalla, Griselda Pollock.
Simposio «Cruces de culturas. Transmisiones y alianzas entre artistas modernas».
De izquierda a derecha: Mary Kelly, Karen Cordero, Nekane Aramburu, Maite Méndez Baiges, Concha Lomba, Carla Subrizi, Rocío de la Villa, Elena Rodríguez y Guillermo Solana.
El Museo Thyssen está favoreciendo programas que validan la presencia de las mujeres en el arte. Ya está en marcha «Kora», en su séptima edición, que presenta cada año una muestra concebida desde la perspectiva de género, y del que también eres comisaria. ¿Qué hace que este Museo sea tan favorable mientras que hay otros muchos más o menos importantes que hacen oídos sordos?
Kora, que es un programa anual de visibilización de artistas residentes en España y que siempre se celebra coincidiendo con ARCO, en esta séptima edición crece y suma cuatro salas, donde dialogan obras de la colección con las piezas de la artista, este año Noemi Iglesias Barrios, cuya propuesta es una crítica a la mistificación comercial del amor romántico. De algún modo y tras el éxito arrollador de Maestras, ha sido una manera de premiar a la que fue la primera inflexión feminista en este museo con el que MAV ya mantenía buenas relaciones y había organizado algunos actos. Además, en los últimos años, desde entonces el Museo Thyssen ha incrementado las exposiciones de artistas mujeres, como las dedicadas a Sonia Delaunay, las artistas rusas de la colección y Georgia O’Keeffe, todas comisariadas por Marta Ruiz del Árbol, conservadora del museo, al tiempo que crecían las actividades desde una perspectiva feminista y de género, como el ciclo anual de performances dirigido por Semíramis González.
Y, finalmente, ha habido un replanteamiento de los objetivos: como puede verse en su web, el Museo Thyssen actualmente apuesta por una política artística a favor de las diferencias: el feminismo, la sensibilidad LTBQ+, el poscolonialismo… Con todo ello, se posiciona como un museo cercano a los debates de la sociedad actual, en sintonía con otros museos de ámbito internacional. Este giro, aunque liderado por su director artístico Guillermo Solana, creo que forma parte de un crecimiento orgánico en el museo, que se corresponde con otras iniciativas, como el esfuerzo por la sostenibilidad medioambiental impulsado por su gerente Evelio Acevedo y la comprensión de las buenas prácticas por parte de Carolina Fábregas, directora del departamento de marketing. Sin duda, los museos deben estar al servicio de la sociedad. Dependientes de los presupuestos generales, autonómicos y locales, no tienen justificación alguna para enrocarse en la torre de marfil y el anacronismo, de espaldas a la sociedad.
Visita comentada a la exposición «Maestras» con varias socias de MAV-Mujeres en las Artes Visuales
Aunque muy lentamente, algunos Centros de Arte van avanzando en la igualdad de género y el respeto a la diversidad en el seno de sus instituciones. Un papel importante en ello han sido las asociaciones que han influido en su forma de trabajar, y la principal es MAV, Mujeres en las Artes Visuales, que fundaste en 2009, siendo su presidenta hasta 2012 y a la que sigues profundamente vinculada como asesora.
MAV ha sido y sigue siendo imprescindible como impulsora de estos cambios en el sistema del arte hacia una sociedad más igualitaria. Además, ha sido servido de inspiración para otras asociaciones y grupos de carácter local, o con intereses comunes por un medio de expresión, tendencia, etc. Las mujeres seguimos discriminadas también en el sistema del arte y cuando nos unimos, somos más fuertes. Para mí, es un orgullo que MAV, después de quince años, sea la asociación de ámbito nacional más respetada en el conjunto de nuestro sistema artístico, a menudo olvidado por los partidos políticos, lo que requiere un constante y muy tenaz esfuerzo didáctico tras los sucesivos cambios en las administraciones. Pero si esta labor ya es muy ardua por la escasez de resultados que se dilatan en el tiempo, los graves hechos recientes de malas prácticas e incluso de censuras ejecutados desde la ultraderecha, redoblan la necesidad de perseverar y buscar nuevas vías para parar este retroceso. Actualmente, este es el objetivo principal para el grupo de consejeras asesoras de la asociación.
También eres la Directora de la revista de MAV, M-arteyculturavisual, un medio que pone el ojo crítico sobre la teoría y la práctica en el sistema de las artes visuales desde la perspectiva de género. Es bimestral, los números son descargables en pdf, cada mes aumenta el número de seguidores y recientemente se realizó un ejemplar en papel para conmemorar los diez años de antigüedad. ¿Cómo se gestiona la revista para estar tan al día e incluir tantas exposiciones y artículos?
No es fácil que una revista de arte perviva después de diez años y eso indica también su necesidad. Con su perspectiva feminista y de género, M-arteyculturavisual ha sido pionera de otros magazines feministas culturales. Sin duda, esta necesidad, expresada por la cantidad creciente de seguidores, es la que nos impulsa a continuar a fuerza de voluntarismo, sin financiación y sin patrocinios. Cada número bimensual es casi un milagro, gracias a aportaciones cuyo fin último es contribuir a cambio por la equidad, la igualdad en la differencia, en el sistema del arte y en la sociedad.
Además de publicar en M-arteyculturavisual, también como crítica participas en diversos medios y colaboras en numerosos catálogos.
En la revista, hago más un trabajo de edición; si tuviera tiempo, me gustaría escribir más, la crítica de arte es mi pasión. Hace un cuarto de siglo, comencé a escribir una columna de opinión y después, críticas de exposiciones en el suplemento cultural de La Vanguardia. Desde hace veinte años escribo en El Cultural, su periodicidad semanal garantiza estar al día, esa inmediatez me parece importante.
Eres profesora y catedrática de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad Autónoma de Madrid, ¿cómo se vive en la Universidad esta apertura por parte del profesorado y alumnado?
La Universidad ha ido cambiando en las últimas décadas, para bien y para mal. Las legislaciones de los sucesivos planes de estudios no siempre han premiado el esfuerzo de los Institutos feministas y de Estudios de la mujer que existen en todas las Universidades del Estado. Las bien asentadas investigaciones feministas no han llegado a integrarse en los programas de las asignaturas de Grado ni, por supuesto, en la enseñanza secundaria. Los avances, todavía escasos, resultan decepcionantes en comparación con el empeño de generaciones de académicas feministas.
Volviendo al tema del comisariado, solo hay que darse una vuelta por Wikipedia para comprobar que son numerosos los que has llevado a cabo ¿Alguno más especial o más complicado que otros?
No tantas: crítica y comisariado son incompatibles simultáneamente, ya que no se puede ser juez y parte. He llevado a cabo comisariados dependientes de jurados de convocatorias para jóvenes artistas, y he comisariado algunas retrospectivas de artistas amigas cuando me lo han pedido, como Marisa González, Paloma Navares y Maribel Domènech, exposiciones con las que hemos disfrutado mucho a lo largo de todo el proceso. Desde que dirijo Kora, nunca he vuelto a escribir una crítica de exposiciones celebradas en el Museo Thyssen. Pero lo cierto es que me encanta diseñar proyectos curatoriales y disfruto mucho en los montajes, desde el diálogo con el espacio hasta la iluminación de las obras.
¿Tienes tiempo para próximos proyectos? ¿Puedes adelantarnos alguno?
He recibido la propuesta de llevar a cabo la continuación de “Maestras”, una segunda parte que arrancaría desde los años treinta del siglo XX hasta la actualidad. Es un reto complejo y ya estoy comenzando a trabajar en este nuevo proyecto.