SEGUIR CON EL PROBLEMA: JULIA CABRERA
Por Ana Quiroga
Julia Cabrera es graduada en Historia del Arte y Máster en Educación Artística en Instituciones Sociales y Culturales, ambas titulaciones por la Universidad Complutense de Madrid. Investiga en el grupo GRIDHUM de la Universidad de Málaga, es educadora en el proyecto Ángulos Cardinales del Museo Nacional del Prado y gestora cultural en la Fundación Instituto de Cultura Gitana. Realizó sus prácticas en el Museo Nacional de Artes Decorativas (2018), en el plan estatal Museos + Sociales, ha colaborado en tareas de arte para la inclusión social en organismos como la Fundación Yehudi Menuhin España (2019) y trabajado en el Museo Nacional de Antropología, mediante la Beca FormArte del Ministerio de Cultura y Deporte (2020-2021), desde una perspectiva decolonial. Desde los inicios de su trayectoria, través de la arteducación, trabaja el feminismo interseccional, así como los conceptos de accesibilidad, diversidad y responsabilidad consciente. A su vez, divulga en Instagram su proyecto @blackartandartists, donde hace una revisión histórica y escribe sobre representación, cultura visual y el papel de los museos en la difusión de discursos hegemónicos.
Dentro del ciclo de conferencias Seguir con el problema, organizado desde M-Arte y Cultura Visual y con el apoyo de la Comunidad de Madrid, uno de los objetivos era desplazarse más allá de la cuestión actual para interrogarse acerca de las nuevas formas de entender la gestión cultural y cómo esta podía ser decisiva en la germinación de un nuevo modo de entender el feminismo. Una (re)visión donde la figura de Donna J. Haraway volvía a ser decisiva para afrontar ese incierto futuro del modo más inclusivo e interseccional posible.
Buscando responder a la pregunta «¿Dónde queremos ir?», la tercera jornada de Seguir con el problema se abría con Julia Cabrera, mediadora y educadora social con un gran compromiso feminista. En su ponencia, titulada «La mediación-educación como herramienta de transformación de las instituciones: hacia un futuro consciente con las demandas sociales», Julia explicaba la importancia de la mediación social en los museos, una cuestión notablemente marginada dentro del ámbito de la gestión cultural, pero decisiva en el diálogo social.
Junto con Donna J. Haraway, Julia cuenta igualmente con el trabajo de Suzanne Lazy, que en 1995 acuña el término de New Genre Public Art, que en español podría traducirse como «el nuevo género del arte público». El término, que la autora concibe dentro de Mapping the terrain, hace alusión al potencial pedagógico del arte para conectar con la sociedad que lo percibe. Desligándose de las férreas estructuras institucionales del pasado, ese nuevo arte público buscaría, según Lazy, establecer una suerte de conexión en constante diálogo con la sociedad que lo percibe. Es precisamente ese potencial lo que haría de ese nuevo arte público el adalid perfecto del arte comunitario de los años 60 y 70, el cual estaría profundamente ligado al movimiento feminista, antirracista y ecologista.
Apelando a ese carácter interseccional, Julia Cabrera entiende la educación y mediación social en espacios artísticos como la vía clave para construir ese diálogo intergeneracional y entretejido que planteaba Suzanne Lazy, y que tan acertadamente recoge igualmente Donna J. Haraway. Siendo la cuestión decolonial y antirracista uno de los ejes decisivos de ese feminismo interseccional, Julia apela al trabajo de la escritora afroamericana Alice Walker, quién en su texto Coming Apart (1979) denunciaba cómo las mujeres negras tenían que hacer frente a la doble opresión racial y de género.
Retomando igualmente el testigo de bell hooks, Julia Cabrera invita a (re)pensar la mediación cultural desde un feminismo verdaderamente interseccional. Al igual que bell hooks en su obra El feminismo es para todo el mundo, Julia apunta con elegancia un modo único en el que la mediación social interseca con un feminismo crítico y decisivo, apostando por un nuevo relato que desafíe al privilegio en todas sus formas.
En la línea de esa búsqueda continua desde la plena acción, Julia Cabrera nos recuerda que, en su caso, su particular experiencia como pedagoga y mediadora en la gestión cultural le ha permitido acceder a espacios aparentemente inhóspitos y alejados de ese feminismo interseccional, como son el Museo del Prado y el Museo Nacional de Antropología. Por un lado, Julia ha podido participar a través del programa Ángulos Cardinales, el cual recorre el discurso museográfico del Museo del Prado desde una perspectiva decolonial. Por otro lado, Julia destaca la iniciativa Las mujeres cambian los museos: de la igualdad a la equidad, llevada a cabo en el seno del Museo Nacional de Antropología. En esa ocasión, la ponente participaba a través de la pieza ¿Quién soy?, una suerte de poema visual de carácter introspectivo en el que se interroga acerca de sus propios orígenes.
Partiendo de ese discurso intergeneracional, Julia Cabrera hace una doble invitación al final de su ponencia. Animando a las asistentes a sumarse a ese tipo de proyectos y a repensar los modos clásicos de la gestión cultural, Julia no deja de ser notablemente incisiva con la responsabilidad social de las instituciones museísticas, a quiénes recuerda su deber para procurar unas justas condiciones laborales que permitan a las trabajadoras culturales tener una calidad de vida digna.
En conclusión, la corta pero incisiva ponencia de Julia Cabrera nos ha permitido no solo reflexionar en torno a la responsabilidad de las instituciones artísticas para con la sociedad que las determina, sino el de aquellas que, habitando el privilegio blanco, actuamos inconscientemente desde el mismo paternalismo y condescendencia que acusamos a nuestros compañeros.