PINTURA NAVARRA EN FEMENINO
Asun Requena
En la presentación del libro en el Kulturgunea de la ciudad de Tafalla hablé de este estudio histórico desde la perspectiva de género, visibilizando a artistas desde 1880 hasta nuestros días. En la segunda parte del libro, se muestra su propia experiencia, el proceso creativo, dibujos, apuntes, y obras. La tercera parte es un recetario de dibujo y pintura, donde se desvelan las técnicas.
El arte navarro, a lo largo del tiempo, no ha sido una excepción en el reconocimiento y visibilización de la obra de mujeres orientadas en su vida a otras labores y menesteres que las alejaban de sus propósitos, si bien las que tuvieron familiares pintores o talleres profesionales vinculados a ellas, fueron las que resistieron al olvido con alguna reseña bibliográfica en algún libro de fábrica, o en alguna biografía parental, o en el caso de Asun Asarta, con obra en museos como el de Bilbao.
No cabe duda de que la cercanía al profesional del arte tuvo su relación directa para con las artistas en Navarra, pero hubo una serie de acontecimientos que hicieron avanzar a la sociedad en la aceptación de la artista como igual.
Una de las razones fue la creación de las Escuelas de Artes y Oficios en las ciudades de Pamplona y Tudela, aunque en un principio iban más orientadas a ramas técnicas u ornamentales. Cada una dirigidas, en un principio, a un género. La Ley de del 9 de septiembre de 1857, estableció estas necesidades de que hubiere una escuela de estas características en pueblos de más de 10.000 almas; y gracias a la influencia inglesa del Arts and Crafts Movement, que tomó fuerza a raíz de la Exposición Universal de 1851. La enseñanza artística de Tudela fue impulsada por la Real Sociedad de Amigos del País en el XIX, y por el Patronato Castel Ruiz que comenzará su perfeccionamiento a partir de 1895.
La búsqueda de perfeccionamiento, llevó a abrir nuevos itinerarios nacionales e internacionales para los artistas navarros, que marcharon a la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, Escuela de Bellas Artes de San Fernando, o bien como copistas en el Prado, como el caso de Rosa Iribarren, allá por la década de los 90 del XIX.
Los artistas navarros también conocen París, y traerán a la tierra la modernidad, se reduce la paleta más clara y aumenta el abocetado del dibujo. Un ejemplo claro será el de Lozano Sotés en los años 30 del siglo pasado. Formará pareja con la artista navarra Pitti Bartolozzi que, aunque de ascendencia italiana, desarrolló su trabajo en Madrid, donde conoció a Sotés, y después en Navarra.
Los artistas navarros rompen fronteras y comienzan a formarse en países como Alemania y Bélgica, tal es el caso de Florentino Andueza de Fitero ó el de Ciga, maestro de maestros, o el de Gloria María Ferrer.
Otra de las claves para el desarrollo fue el apoyo de instituciones como el Ayuntamiento de Pamplona (Sociedad de Pintores y Aficionados del Vínculo), la Diputación Foral de Navarra, alguna escuela privada, escuelas de maestros y maestras. Destaca Amalia Montaner, en la asignatura de Dibujo.
Entre todas ellas sobresale la Diputación de Navarra. Mantuvo un sistema de Pensionado para los artistas desde 1883, donde no estaban muy definidas sus características, hasta que en 1934, fue el Consejo de Cultura de Navarra el que se ocupa de establecer los diferentes tipos de ayudas.
Las pensiones pasarán por varias etapas que coinciden con los gustos de la tendencias políticas del momento. Rosa Iribarren será la primera mujer en recibir el pensionado tres años consecutivos, de 1924 a 1926. Durante la Segunda República, en un momento de renacimiento cultural y artístico, María Esther Navaz será la segunda mujer en recibir beca para ir a Madrid a la Escuela Superior de Bellas Artes de 1933 a 1935.
El Ayuntamiento de Pamplona desarrolló desde 1882 certámenes municipales, centrados en temas históricos. No será hasta los años 20 cuando una niña, Carlota Garmendia, gane un tercer premio. Esa niña se convertirá en la artista navarra Karle Garmendia. Recibirá también medalla Rosa Iribarren y accésit, Rufina Insausti y Teresa Gaztelu. Estos reconocimientos hacen que estas mujeres comiencen a tener su lugar en el ambiente artístico de la ciudad. El cartel de San Fermín también supuso un avance en la cartelística y el mantenimiento de Artes y Oficios.
Aunque se mejoró el Reglamento de las becas de la Diputación en 1936, el estallido de la Guerra civil trajo su suspensión. En los años 40 se retomaron las becas. Se crea la Institución Príncipe de Viana para el cuidado y el desarrollo del Patrimonio hasta nuestros días.
Entre los apoyos privados, está el de Florencio Ansoleaga y la Condesa de la Vega del Pozo. Ansoleaga fue socio fundador de la Asociación Euskara, Vicepresidente de la Comisión de Monumentos e impulsor del primer Museo Arqueológico. La condesa, estableció un premio en 1912 en conmemoración del VII Centenario de las Navas de Tolosa, que quintuplicaba las ayudas de la Diputación, dirigidas al arte, la ciencia y las tecnologías. También el Ateneo Navarro participó en el mantenimiento del ambiente artístico.
La difusión de los medios de comunicación, revistas y periódicos, resultó un arma de doble filo para los artistas si eran encasillados en una tendencia política o no. Las cabeceras más importantes fueron: El Pensamiento Navarro, Diario de Navarra, Arga, Lauburu, El Tradicionalista, El Eco de Navarra, El liberal Navarro, La Voz de Navarra y Arriba España. En ellos se dan cita eventos, crítica, caricaturas, etc., aportándonos un sinfín de material.
La actividad expositiva se reduce al Palacio Provincial para los pensionados, y a escaparates de determinados comercios y galerías. Es reseñable la labor de una mujer, Pilar Faro, de 1940 a 1944.
También es reseñable la participación de navarros en la Exposición Nacional de Bellas Artes. Entre ellas, María Luisa San Julián, Asun Asarta, María Isabel Baleztena, tras 1936; y antes, Carmen Baroja Nessi y Laureana Bartolomé en las primeras décadas del XIX.
Tras la Guerra el ambiente artístico se ralentiza. Numerosas familias y artistas habían salido a Francia y rumbo a América, lo que trajo a su vuelta nuevos aires y un avance en el arte. Es el caso de Garmendia, o Mentxu Gal y Ana María Marín, que vivieron a caballo entre Francia y España.
El Franquismo da los últimos coletazos legales, y se produce en consecuencia la formación de los navarros, y el desarrollo de la industria y el comercio. Los jóvenes de la familia Huarte, formados en Madrid, vuelven con ganas de manifestar el arte actual internacional. Para ello se cita a artistas de todo el globo. La experiencia produce un gran movimiento. Expectación, rechazo, censura de obras y la posterior respuesta de los artistas; amenazas de ETA, crecimiento de artistas… Fue una catarsis. Los impedimentos de las administraciones, así como la necesidad de patrocinio, hizo que la experiencia no se repitiese. Pero los Encuentros del 72 fueron claves para el desarrollo de la sociedad navarra.
Los Huarte seguirán trabajando, Josefina Huarte sigue inmersa en el coleccionismo del mundo del arte. Fruto de su trabajo es la colección actual del MUC, en la que no hay obra de ninguna mujer.
En estos años aparece la Escuela de Pamplona, término acuñado por el crítico José María Moreno Galván. La acción de desarrolla en la Escuela de Artes y Oficios: Aquerreta, Salaberri, Azketa, Garrido, Resano, Royo, Morrás, Osés, y dos mujeres, Isabel Baquedano y Alicia Osés. Discípulas de Isabel han sido Elena Goñi y Txaro Fontalba.
Los años 80 traen un inconformismo que necesita una respuesta social. Se manifiesta sobre todo en la política y en las artes. Ya fueron reclamadas las libertades, la Constitución, pero en el norte se produce un incorformismo, cuyo resultado en diferentes vías, hace que se creen procesos pictóricos -con o sin tendencia política, partidistas o no, legales o ilegales- en la calle.
En Navarra nace ”Danok”, propuesta de Oteiza e Ibarrola para un resurgimiento con identidad propia del arte vasco. De ellos, solo quedó “el sueño” puesto que tras la exposición en Vitoria de los artistas vascos, el grupo se disolvió por temas políticos. Este grupo estaba formado por varios mayores: Ascunce, Ulibarrena y Julio Caro Baroja. La segunda generación coincide con la Escuela de Pamplona, pero no se nombra ninguna mujer. En estos años desarrollaron su actividad artística Mª Jesús Arbizu, Belén Arévalo, Mª José Rekalde, Ángela Moreno o Teresa Sabaté.
Los Festivales de Navarra propician la llegada de nuevos artistas con tendencias de otros lugares, que alimentan al artista navarro. También en 1982, se celebra la exposición “Antología de pintores navarros del siglo XX”, con solo dos pintoras, Pitti Bartolozzi y Gloria María Ferrer, pertenecientes a la primera generación de pintores de Navarra. Será Javier Zubiaur Carreño quién incremente la lista de mujeres en sus escritos, como Mª Jesús Arbizu, quien rechazó la exposición por razones personales.
Está claro que la visibilización de las mujeres en la etapa de los años 80 y principios de los 90 no fue fácil. Para realizar una propuesta a una mujer pintora, se necesitaba una carrera muy dilatada.
El Museo de Navarra, la Ciudadela y salas privadas como la Sala García Castañón y Castillo de Maya, en Pamplona, y la Sala Juan Bravo, también de Caja Municipal de Pamplona, pasaron a señalar los artistas que se debían valorar. Las salas quedaron en mano de ayuntamientos, bancos y cajas de ahorros, que eran quienes tenían el dinero para patrocinar y hacer el trabajo de difusión de los artistas. Las becas se sucedieron, pero la cuantía se fue rebajando.
La funcionalidad del arte entendida hasta entonces, se quebró. No se asimilaban las nuevas propuestas artísticas por más concursos y bienales que se realizasen en Estella, Pamplona, Tudela, y el boom de los concursos al aire libre en los 90 y la primera década del 2000.
El Centro Huarte nació como “invernadero” de artistas, de investigación, concepto que no se ha entendido por la población asentada en el antiguo concepto de museo. La oferta rebosa artisticidad; Fundación Buldain, Fundación Museo Jorge Oteiza, MUN, Museo de Navarra…, pero las obras de mujeres siguen en los fondos de los museos, como en el Museo Nacional del Prado, con solo cuatro mujeres en sus salas.
La primera crisis de finales de los años 90 hace que el circuito del arte se cierre en valores seguros, no arriesgando en nuevos artistas, dejándolos en manos de galeristas.
El nacimiento de internet y de los mass media hace, por el contrario, que el arte sea más cercano, y que llegue a sectores donde no lo hacía antes. Las distancias se reducen y empiezan a aparecer una serie de artistas, en ocasiones más mujeres que hombres, a las que se sigue negando el reconocimiento.
Las galerías más prestigiosas fueron Moisés Pérez Albéniz, San Antón, Conde Rodezno, Ormolú… Algunas ya han cerrado sus puertas o se han trasladado.
Las críticas en medios de comunicación son escasas. Se reducen a Diario de Navarra, Diario de Noticias y Gara.
Solo existen tres publicaciones. La primera realizada por el Ayuntamiento de Pamplona, en la Sala Zapatería 40, en mayo del 1990 con Mª Jesús Arbizu, Francis Bartolozzi, Gloria Mª Ferrer, Pilar García Escribano, Ana María Marín, Isabel Peralta y la jovencísima Teresa Sabaté.
La de 2002, “Pintoras” del Instituto de la Mujer de Navarra, y la última realizada el año pasado, 2016, de la colección particular del Ayuntamiento de Pamplona y de iniciativa privada, realizada por Marta Prieto.
Con la apertura de las facultades superiores de Bellas Artes se produce el éxodo de alumnos hacia Bilbao y otros centros durante los años 90. Estas nuevas hornadas de artistas son producidas allí.
Son muchas las que han quedado por el camino, pero han contribuido al desarrollo del arte, con propuestas ya conocidas o inéditas.