Marisa González – fachada del HSBC Bank Hong Kong
Menene Gras con Marisa González
Esta entrevista ha sido realizada a raíz de la aportación de Marisa González en la Bienal de Arquitectura de Venecia 2012, que cerrará sus puertas el 25 de noviembre. Entre los 69 proyectos e instalaciones de cerca de 120 arquitectos, urbanistas, artistas y críticos participantes de 55 países representados, su intervención no ha pasado desapercibida por asumir un compromiso activo con la ocupación de la ciudad por mujeres emigrantes que se desplazan desde su lugar de origen en busca de un destino mejor.
La participación de Marisa González en la XIII Bienal de Arquitectura de Venecia con el proyecto “Female Open Space Invaders/Ellas Filipinas”, en el marco del programa comisariado por Norman Foster en el Pabellón Central de los Giardini, bajo el título “Hong Kong and Shanghai Bank HSBC”, merece destacarse por su cobertura de uno de los nudos de conflicto más acuciantes del mundo en que vivimos: los movimientos migratorios. Con el genérico enunciado “Common Ground”, el director de esta edición, David Cherpperfield, pretendía revelar el interés por los espacios comunes y la relación entre artistas y arquitectos que trabajan sobre la ciudad negociando sus intervenciones para explorar territorios de la vida cotidiana, que sólo la diferencia puede significar.
Marisa González – Banner in Manila
En la siguiente entrevista, Marisa González desarrolla la génesis de un proyecto que trata de la diáspora filipina en Hong Kong, un modelo que se extiende obviamente a otras partes del mundo. Su proyecto consta de fotografías, entrevistas, grabaciones audiovisuales, videos y un documental, registros y testimonios que se presentan para dar voz a los subalternos, a los que no se autoriza hablar y que son los nuevos esclavos de un sistema económico mundial. El proyecto pone en relación arquitectura y habla a partir de narrativas orales que se desplazan con sus portadoras y fabrican nuevos lugares alternativos, ocupando espacios ya existentes y transformándolos con su presencia efímera semanalmente.
Marisa González – Central Station
¿Podrías explicar el origen del proyecto y cuando te empiezas a interesar por la diáspora filipina en Hong Kong?
Viajo mucho y siempre llevo conmigo mis cámaras de fotos y de video, porque la experiencia me ha demostrado que puede suceder cualquier cosa ante mis ojos, que nunca más volveré a ver y que debo registrar como sea. Obviamente, mi curiosidad no se sacia con una sola imagen, sino que, cuando el “descubrimiento” se produce, necesito ir más allá y empezar a investigar para saber si realmente aquello que ha sucedido una vez tiene interés para desarrollar un proyecto. Necesito valorar su repercusión y el compromiso que implica de mi parte, teniendo en cuenta el carácter social que puede y debe adoptar para mí. Este proyecto sobre las mujeres filipinas en Hong Kong que trabajan en el servicio doméstico se remonta a mi primer viaje a esta ciudad hace más de treinta años, donde ya pude detectar este fenómeno migratorio que ahora se ha intensificado hasta un punto entonces impredecible. Lo que realmente me llevó a explorar las condiciones de vida y circunstancias familiares de este colectivo marginado fue su proliferación y la masiva invasión de espacios públicos –calles, plazas, pasos peatonales elevados, centros comerciales y financieros- los días festivos.
El estado de la cuestión es en apariencia común a todas las diásporas, pero tú supiste elaborar un estudio de caso y te pusiste a indagar quiénes eran estas mujeres filipinas que se reunían en su único día libre, compartiendo los espacios públicos de la ciudad y paradójicamente el perteneciente al emblemático edificio diseñado por Norman Foster para el banco HSBC.
En 2009, durante mi penúltimo viaje a Hong Kong, coincidí con la celebración del 1 de Mayo -habían cortado el tráfico y las calles estaban ocupadas por los peatones y los altavoces que transmitían cosignas como en cualquier festividad sindical, donde abundan las mesas y campañas de los diferentes representantes políticos. La mayoría eran mujeres y me acerqué a una de las mesas para preguntar a qué se debía aquel movimiento y si la concentración de las miles de trabajadoras filipinas respondía a la mencionada festividad. Para mi sorpresa, me dijeron que era la actividad habitual de cualquier día festivo, y que los domingos se multiplicaba sustancialmente, ya que muchas de ellas solo libran este día. Empecé a entender lo que sucedía y ví que tenia entre manos un gran tema relacionado con la emigración de un colectivo al que no se presta mucha atención: mujeres desplazadas a las que en Hong Kong no se permite la reagrupación familiar. Así que me documenté para el siguiente domingo.
Marisa González – HSBC Hong Kong
Creo interesante poner de relieve el uso que haces de las narrativas orales para construir el proyecto. Los registros en video revelan la potencialidad de las historias que se cuentan y la vigencia de la transmisión oral. Estas narrativas conforman la esencia del proyecto: informan acerca de una realidad y dejan entrever la universalidad de las historias individuales, por cuanto son compartidas desde el momento que se ponen en común.
Sí, son temas universales, pero se trata de mujeres emigrantes, solas, que viven internas en casas/jaulas, sin comunicación posible, porque no hablan chino, y sin un espacio propio en la mayoría de los casos. En su único día libre, necesitan atender sus necesidades básicas, empezando por la espiritual: la mayoría va a misa como primera actividad; a continuación, al banco para hacer los envíos de dinero a Filipinas, varias veces al año hacen cajas para el envío de ropa u otros enseres a sus familiares. También realizan sus compras para cubrir necesidades básicas, recarga de móviles, intercalando las horas de descanso y de ocio hasta que acaba el día. Entre las 8 y las 9 de la noche, la ciudad se queda vacía, porque tienen que llegar a sus domicilios respectivos, es decir las casas donde sirven. Hice registros de todas sus actividades en el transcurso de estos espacios de tiempo donde son libres y que se limitan a los domingos. Los días laborables, no queda ni rastro de ellas; la ciudad vuelve a ser cosmopolita y exhibe el poder de sus bancos y de su comercio tanto a través de su arquitectura como de su influyente estilo de vida en el subcontinente asiático.
Marisa González – En las casitas
La memoria individual se convierte en memoria colectiva, cuando aquella se narra aún desconociendo a sus destinatarios. ¿Cómo conseguiste comunicarte en Filipinas con los familiares de estas mujeres que trabajan en Hong Kong?
Localicé tras muchas gestiones a dos hombres en Filipinas, un hijo, un marido y una hermana de una de ellas; me contaron respectivamente la historia de su madre, hermana y esposa. A través de las conexiones que hice, la comunicación con las entrevistadas fue más fluida; incluso me acompañaron un domingo, a mi regreso a Hong Kong, para ir a ver localizaciones que yo desconocía, como una casa de empeño a la que acuden cuando la necesidad aprieta.
¿Cuáles son las condiciones laborales de estas trabajadoras? ¿Qué es lo que no sabemos acerca de este colectivo sumiso que piensa siempre en el otro, antes que en sí mismo?¿Cómo viven sus familias en Filipinas? ¿Son conscientes de la situación y aún así creen que es mejor resistir?
Las condiciones laborales son muy precarias. Ganan por debajo del salario mínimo de los chinos, tienen 15 días vacaciones cada 2 años y deben residir en los hogares de quienes las contratan. La mayoría duerme en camas de 1,50m, fabricadas especialmente para estas empleadas domésticas. Sin embargo, en las agencias de reclutamiento, les piden una altura mínima de 153cm, un máximo de 60 Kg. de peso, no tener más de 35 años, con bachillerato, inglés y a ser posible universitarias. Todos estos requisitos se exigen para trabajar en el servicio doméstico. En el video, no obstante, vemos a mujeres mayores, que me explican que llevan más de 25 años en Hong Kong renovando sus contratos laborales con las mismas familias.
Marisa González – HSBC Bank
¿Cómo fusionaste las narrativas orales de estas empleadas del hogar y las tecnologías de la información, para conseguir transmitir los valiosos testimonios que aquellas aportan?
Los testimonios que recogí gracias al vídeo fueron impactantes, porque dejaban entrever las dos caras de la explotación, tanto por parte de quienes las contratan como de sus maridos, que en muchos casos se gastan el dinero que reciben en el juego o con mujeres.
¿Consideras que la solidaridad es un factor de cohesión entre todas estas subalternas y que compartir sus destinos les da fuerzas para seguir resistiendo?
Por supuesto, la solidaridad comienza desde que deciden dejar su país para ayudar a los suyos, cuando la situación económica familiar es precaria. Suele haber un cónclave para decidir quién de la familia es la más apta para desempeñar este papel y emigrar. Las elegidas lo aceptan con resignación, por su sentido de responsabilidad.
Imagino que la cita de los domingos en el centro de la ciudad y en el atrio o hall del HSBC de Foster es para estas mujeres obligada, tanto para contarse historias de lo que les sucede, de dónde vienen, quiénes son y a dónde van, como para ayudarse entre ellas.
Es el único día que socializan con los suyos; todas acuden arregladas y dispuestas a pasar lo mejor posible el único día libre. Se juntan por su pertenencia a un lugar u otras afinidades y ocupan siempre la misma ubicación, que denominan “nuestro territorio”. Rezan, cantan, bailan, juegan al bingo. Una o dos veces al año, hacen grandes envíos a sus familias con lo que han acumulado pensando en sus familiares. Estos objetos son el único contacto físico que mantienen con sus seres queridos durante la larga ausencia.
Marisa González – Filipinas en Hong Kong, casitas
El trabajo de campo suele ir asociado al procedimiento que empleas para poner en marcha todos tus proyectos.¿Cómo describirías la metodología que pusiste en práctica y qué pretendías comunicar a través de las imágenes fotográficas y registros audiovisuales en el lugar de los hechos y con los personajes reales que viven la experiencia vital de las migraciones contemporáneas?
Primero hago acopio exhaustivo del tema elegido, por la noche en el hotel reviso el material y planifico para el día siguiente la continuación del proyecto. Con todo este material, una vez en mi estudio, analizo y conceptualizo lo que a primera vista fue un impulso frenético. Este proyecto ha sido tan absorbente, tan directo, que no he dejado de indagar en ningún momento hasta hacer una inmersión social y humana indescriptible. He seguido investigando las condiciones de las mujeres filipinas tanto en el Reino Unido como en nuestro país. La diferencia es que mientras en Europa son emigrantes libres, en Hong Kong, mantienen una obligación contractual con sus señores, que las abocan a una dependencia casi total.
¿Qué ha significado para ti la oportunidad de poder participar en la presente Bienal de Arquitectura de Venecia comisariada por David Chipperfield? La intervención de artistas como tú se ha visto incrementada en esta edición. ¿Crees que el tema “Common Ground” se prestaba para unir la experiencia de artistas y arquitectos?
Sí, ha sido una experiencia única ver mi trabajo en la exposición del Pabellón Central dei Giardini. Chiperfield ha invitado a algunos artistas a participar para aportar otra visión socio-politica sobre los espacios urbanos y las ciudades en general y creo que ha conseguido su objetivo.
Marisa González – Hacen cajas
¿Cómo se reclamó tu participación en la Bienal?
El equipo curatorial de Chipperfield vió este proyecto cuando lo expuse en Londres en el año 2010 en el Festival sobre arte arquitectura y ciudad TINAG; a su vez, Norman Foster vio este trabajo en ARCO 2012. Ambos me invitaron por separado a participar. En la sala dedicada al HSBC Bank, se reunieron la maqueta del edificio de Foster, la gran fotografía de Andreas Gursky -“Hong Kong Bank”- y mi trabajo sobre la conversión del edificio cada domingo por miles de mujeres emigrantes que se apropian de este espacio público para encontrarse. Al principio, mi participación en el proyecto incluía un gran mosaico compuesto de veinte fotografías de gran formato y dos videos. Pero, finalmente, se optó por simplificar mi aportación ante el coste de producción y me adapté a las circunstancias con dos nuevos videos.
¿Qué destacarías de esta Bienal y cómo posicionarías tu trabajo a la vista del contexto donde tu obra se presentaba?
Es una bienal sin grandes estrellas. David Chipperfield ha querido hacer deliberadamente una labor de equipo. Así que no es de extrañar que los tres pabellones premiados con el León de Oro hayan sido instalaciones artísticas hechas por arquitectos con carácter crítico y próximo al activismo social. La crisis económica y social ha estado presente en la mayoría de los proyectos presentados, por lo que mi obra ha encajado perfectamente. El New York Times, en la crítica que hizo de la bienal, mostró gran interés por mis dos videos, porque las trágicas historias de estas mujeres emigrantes han encontrado un modo de manifestarse y hacerse oír.